Jóvenes Construyendo el Futuro, uno de los programas estrella de la administración de Andrés Manuel López Obrador recibe a más mujeres. Pese a que representan 57.2% de las personas inscritas, este grupo sigue subrepresentado porque las condiciones no dan incentivos suficientes para garantizar su inserción y permanencia en el mercado laboral, consideran expertos.

En México, tres de cada cuatro jóvenes que no estudian ni trabajan – también conocidos como ‘nini’ – son mujeres, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

“Las mujeres tienen un mayor riesgo que los hombres de estar en situación de desempleo, no estudiar y no recibir formación: 36% de las mujeres jóvenes de México era nini en 2017, en comparación con 8% de los hombres de la misma edad. Esta brecha porcentual de 28 puntos (entre varones y mujeres) es la mayor de todos los países de la OCDE, cuyo promedio es de 2%”, explica la organización en su estudio Panorama de la Educación 2018.

Esta disparidad tiene raíces culturales y sociales, pues las mujeres que abandonan la escuela por lo general lo hacen para realizar actividades no remuneradas en el hogar o por embarazo, mientras que los hombres lo hacen para buscar empleo, explica Cristina Gomes, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

“Los muchachos que no están trabajando o estudiando están haciendo un trabajo informal, pero el grupo objetivo del programa está conformado por más mujeres”, explica la especialista.

De los 478,981 inscritos en el programa para capacitar en el empleo a jóvenes, cerca de 273,000 (57.2%) son mujeres, de acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

Sin embargo, esta proporción debería rondar el 75% para tener correspondencia con las estadísticas de ‘ninis’.

Falta de incentivos

Una de las causas probables por las que las mujeres no se acercan al mundo laboral es por “los prejuicios sociales que las obligan a quedarse en el hogar”, dice Gomes.

“Los hombres cuando salen de la escuela habitualmente lo hacen para trabajar, mientras que las mujeres se quedan en casa” para dedicarse de lleno al hogar o a la provisión de cuidados, explica.

Actualmente, 38.7% de las mujeres mexicanas de 15 años o más están entre la población económicamente activa, es decir, personas en edad laboral que se han integrado o buscan integrarse al mercado de trabajo. En los hombres, esta proporción es de 61%, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

En Jóvenes Construyendo el Futuro “hay una selección preferencial para las mujeres, porque es más difícil que estén trabajando y se adhieren mejor al programa”, dice Gomes.

Sin embargo, la experta en género considera que una de las causas por las que no hay más aspirantes o inscritas es por la falta de incentivos y de facilidades, como acceso a las guarderías infantiles.

Esta observación es compartida por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) en su estudio ‘Jóvenes Construyendo el Futuro’.

“Motivar la inserción al mercado laboral de las mujeres que no estudian ni trabajan, dedicadas en su mayoría a quehaceres del hogar, podría requerir de otro tipo de incentivos, como servicios de guardería y la alternativa de combinar su capacitación con los quehaceres del hogar”, estima el texto.

Las entidades del país en las que más personas entre 18 y 29 años no estudian ni trabajan son Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Durango y Coahuila, de acuerdo con la ENIGH 2016. Sin embargo, en los datos del programa se muestra que los estados con más inscritos son Chiapas, Tabasco, Estado de México, Guerrero y Michoacán.

En todos los casos, la proporción de mujeres inscritas es superior a la de hombres.

En el caso de los hombres, explica que la falta de inscripciones se puede deber a que, como la mayoría de ellos abandonan la escuela para trabajar en el mercado informal, es más difícil que encuentren atractivos los montos ofrecidos por el gobierno para acceder al trabajo formal (y al SAT).

“La beca tendría que ser un valor mayor de lo que están ganando” para que la encuentren atractiva, señala.

Sin metodología

Pese a que Jóvenes Construyendo el Futuro parte de una “buena idea”, la falta de recursos y la ausencia de criterios de evaluación claros pueden jugarle en contra.

La Encuesta Nacional Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2016 cuantificó a 5.2 millones de personas entre 18 y 29 años que no estudian ni trabajan. El programa planteado por la administración federal busca atender a 2.3 millones de ellos, pero no tiene presupuesto suficiente para hacerlo.

Para este año, Jóvenes Construyendo el Futuro tiene recursos por 40,000 millones de pesos, equivalente a 92.4% del presupuesto total de la STPS. Sin embargo, este monto solo permitirá becar a 925,926 jóvenes este año, equivalentes a 40.3% de la población objetivo, tomando en cuenta que cada beca equivale a 3,600 pesos mensuales.

Para becar a los 2.3 millones de personas que se pretenden, serían necesarios 99,360 millones de pesos, estima el CIEP.

Sin embargo, a cuatro meses de la puesta en marcha, el número de inscritos equivale a menos de la mitad de los recursos disponibles.

“En el gobierno no aclaran si es una meta transexenal; lo que es cierto es que no se va a lograr este año porque no hay recursos ni suficientes inscritos”, considera Eduardo Reyes, director de análisis de la consultora Intélite.

El experto cree que se puede llegar a un millón de inscritos para el final del año. Sin embargo, ni los lineamientos de operación ni la STPS han aclarado si los recursos actuales quedarán comprometidos para atender a los becarios inscritos en cualquier momento de este año, o si también se considerarán al momento de decidir los presupuestos para el 2020.

Adicionalmente, la falta de criterios de evaluación claros prende focos rojos sobre la efectividad.

“Este programa, como la mayoría de los que la nueva administración ha generado, es un dechado de buenas intenciones que no ha sido claro en su estructura, metodología o indicadores de impacto”, dice Reyes.

Uno de los puntos que preocupan al experto es que no existen criterios claros para medir si el programa está logrando sus objetivos y que se debe esperar al menos un año para tener resultados sobre el nivel de deserción y el porcentaje de becarios que pudieron integrarse a sus empleos tras los 12 meses de capacitación.

Hasta el momento, se desconoce también si los becarios reciben capacitación adecuada. De acuerdo con los criterios de operación, la STPS se acercará a algunos centros de trabajo para realizar revisiones.

EL CEO no pudo confirmar de manera inmediata si estas ya se llevan a cabo.