Claudia Sheinbaum Pardo, quien asumió la presidencia el 1 de octubre, presentó sus primeros lineamientos en materia energética, retomando parte de los compromisos que delineó durante su campaña en el documento 100 Pasos para la Transformación.

 En los dos discursos en su primer día de gobierno, reiteró el supuesto compromiso con la transición energética y el fortalecimiento de las empresas públicas, manteniéndose fiel a las políticas de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Sin embargo, también introdujo algunas novedades en su plan.

Especialistas consultados por EL CEO señalaron que, si bien el discurso de la mandataria parece orientado hacia una visión ambientalista y de soberanía energética, el verdadero reto será cómo logrará equilibrar estas promesas con la compleja realidad del sector energético en México y las expectativas del sector privado:

Lo que dijo la presidenta en el día de su toma de posesión

Durante su toma de posesión en la Cámara de Diputados, Sheinbaum prometió mantener la proporción de generación eléctrica actual, con un 54% en manos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el 46% restante del sector privado, lo que plantea dudas sobre si realmente se incentivará la inversión privada en energía limpia, como ha sido la exigencia del sector.

Sheinbaum también anunció la pronta presentación del Plan Nacional de Energía, destacando la inclusión de inversiones en transmisión y generación eléctrica, así como un ambicioso programa de transición energética hacia fuentes renovables. 

Esta propuesta busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, algo que México ha necesitado impulsar de manera contundente ante la crisis climática global.

Además, informó que se realizará la promoción de paneles fotovoltaicos en los hogares del norte del país como medida para reducir las tarifas eléctricas de verano.

En ese aspecto, Adrián Garza, vicepresidente y senior credit officer de Moody’s Ratings, señaló que la “gran prueba” para el nuevo gobierno será equilibrar las políticas públicas con una mayor inversión en infraestructura eléctrica, particularmente en transmisión, donde las deficiencias ya están generando pérdidas y potenciales apagones.

La congestión en varias regiones del país y la falta de inversiones sólidas en este ámbito continúan siendo un riesgo latente. 

Aunque el discurso de Sheinbaum reconoce estos problemas, los detalles sobre cómo se financiarán y quiénes participarán siguen sin estar claros, lo que deja una gran interrogante “sobre si habrá un verdadero cambio en la apertura hacia la participación privada o si el control estatal continuará siendo el pilar dominante”.

Fortalecimiento de Pemex y CFE: Claudia Sheinbaum

En su discurso en el Zócalo, Sheinbaum adoptó un tono desafiante, reafirmando el fortalecimiento de Pemex y CFE como empresas estratégicas y sentenciando que “quedaron atrás los tiempos de las privatizaciones”.

Esta declaración fue recibida con aplausos, pero en la práctica, expertos como Ramses Pech señalan que el verdadero desafío radica en modernizar estas empresas sin aumentar sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Según datos del propio Pemex, para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones hacia 2030, se requerirá una inversión adicional de hasta 4,000 millones de dólares anuales. 

¿Está el gobierno dispuesto a destinar estos recursos cuando su enfoque sigue siendo la producción nacional de petróleo, en lugar de una diversificación acelerada hacia las energías renovables?,

cuestionó.

La promesa de limitar la producción de petróleo a 1.8 millones de barriles diarios, bajo el argumento ambiental de que producir tres millones, como proponía la reforma energética de 2013, es “imposible“, se presenta como un gesto hacia la sostenibilidad. 

Sin embargo, Pech apuntó que esta decisión no solo replica las políticas de López Obrador, sino que pone en duda si realmente se puede lograr una reducción significativa de emisiones sin un replanteamiento profundo de la estructura productiva de Pemex, que sigue siendo una de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero del país.

Entre las promesas más destacadas del nuevo gobierno, Sheinbaum también subrayó la producción de litio con tecnología propia y la creación de una fábrica de software público, así como el establecimiento de normas más estrictas para la eficiencia vehicular y el impulso a la electromovilidad.

“Pero ¿cuánto de esto es realizable en el corto plazo? La industria eléctrica aún enfrenta grandes desafíos en inversión, permisos y transmisión, elementos críticos que no han sido abordados de manera efectiva”, comentó Pech.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) también ha sido claro: México necesita reanudar las rondas de hidrocarburos, desarrollar una infraestructura robusta para el almacenamiento de gas natural y minimizar las emisiones de metano, si realmente quiere aprovechar las oportunidades energéticas del futuro. 

“Sin embargo, las señales emitidas hasta ahora por el nuevo gobierno no parecen estar alineadas con esta visión. El reto de Sheinbaum será demostrar si su administración puede ir más allá de los discursos populistas y enfrentar la realidad de un sector energético que requiere inversión, apertura y modernización urgente”, comentó Hectór Magaña, académico del Tecnológico de Monterrey..

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