La política industrial que propone el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es acéfala: le falta definir un sector estratégico que conduzca e impulse el desarrollo económico de México a mediano y largo plazo.
El decálogo para la construcción de la nueva política industrial nacional de la Secretaría de la Economía (SE) no lo contempla, por lo que la administración de López Obrador apunta al estancamiento industrial como en los sexenios pasados, coinciden expertos consultados por EL CEO.
“Una política industrial debe impulsar un sector estratégico y la mayoría de las instituciones, dependencias deben confluir en torno a ese sector estratégico. En México no se precisa cuál es esa política industrial, no hay un sector qué impulsar”, dice José Ignacio Martínez Cortés, director del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN).
La estrategia presentada el 4 de octubre por la secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín, es un plan que propone como ejes principales la apertura comercial, regulación y libre competencia.
Sin embargo, el decálogo no contempla el apoyo a los sectores productivos como sucede desde hace varias décadas en países industrializados como Japón, China o Corea del Sur, de acuerdo con José Luis de la Cruz Gallegos, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
Decálogo “a medias”
La SE presentó su política industrial para este sexenio, consistente en 10 puntos con los que la dependencia busca dar certidumbre, crear un ambiente de negocios saludable y atraer mayores inversiones, según Márquez Colín.
Se trata, en términos generales, del hilo que conducirá el desarrollo de las principales industrias hasta el 2024 en México.
El decálogo propone darle continuidad al modelo de apertura comercial, impulsar mejoras regulatorias para reducir su costo al Estado, generar un entorno de negocios “amigable que dé certidumbre y atraiga mayores flujos de inversión nacional y extranjera” y alentar el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas con compras de gobierno.
También resalta la importancia de fomentar la digitalización del sector manufacturero, impulsar la industria 4.0, modernizar los procesos de normalización e impulsar la infraestructura de la calidad.
Además habla sobre propiciar la “economía de la salud” como elemento esencial para aumentar la productividad y la competitividad de mediano y largo plazo, plantea aumentar el financiamiento de la banca de desarrollo a proyectos industriales e incentivar los proyectos industriales en las regiones más rezagadas del país.
El contenido y la redacción del decálogo es de corte neoliberal, “muy similar” a lo que presentó en el Programa de Política Industrial y Comercio Exterior de 1996 el expresidente Ernesto Zedillo, explica De la Cruz Gallegos. Para entonces eran los primeros años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Martínez Cortés explica que 23 años después de la implementación de dicho programa, el avance de México ha sido lento, en comparación con otros países que hoy lideran sectores industriales como la creación de aparatos electrónicos o las telecomunicaciones.
Manufactura, posible clave
La principal ausencia en el plan industrial, coinciden los entrevistados, es la definición del sector estratégico en torno al que debería girar la estrategia estatal de desarrollo nacional, como es tendencia entre los países que se han industrializado en los últimos años.
El caso más sobresaliente es el de China, país que a través de varios programas de desarrollo impulsados en las últimas dos décadas, logró posicionarse como una de las principales economías del mundo.
Una de las últimas iniciativas es el plan Made in China 2025, que se publicó en 2015 y propone que la industria manufacturera ascienda en la cadena de valor, con el objetivo de convertir al país asiático en una poderosa potencia tecnológica.
Con el objetivo final de convertirse en el líder de innovación tecnológica en 2045, las autoridades chinas aplicarán políticas para reestructurar de raíz la industria manufacturera tradicional, según un documento publicado por la embajada de España en China.
A falta de una industria nacional con potencial para dinamizar la economía del país, Martínez Cortés y De la Cruz Gallegos creen que la manufactura puede ser una buena apuesta como sector estratégico.
“Se requiere una política pública en torno a un sector estratégico, donde todas las dependencias públicas oscilan alrededor con medidas para fortalecer el mercado interno, para incrementar la innovación e intercambio de tecnologías entre industrias”, opina Martínez Cortés.
Entre octubre de 2018 y julio de 2019, la manufactura mexicana generó una derrama promedio de 678.2 millones de pesos mensualmente, según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística una cifra que De la Cruz Gallegos considera podría crecer exponencialmente con una política de Estado adecuada.