No es que el cambio esté en uno mismo ni tampoco de echarle ganas; mucho menos que “los pobres son pobres porque quieren”. Son las condiciones de desigualdad las que mantienen una baja movilidad social en México.

De cada 100 personas nacidas en pobreza, 74 se mantendrán en ella durante toda su vida, muestra el estudio Movilidad Social en México 2019: hacia la igualdad regional de oportunidades del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Pero no es lo mismo vivir en pobreza al norte que al sur del país. La posibilidad de superar la pobreza es tres veces mayor en el norte que en el sur, explica el estudio.

En 2016, 53.4 millones de personas vivía en situación de pobreza y 9.4 millones en situación de pobreza extrema, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esto equivale a 43.6% y 7.6% de la población mexicana, respectivamente.

Ese año, el registro de personas en situación de pobreza fue el menor al menos desde 2008.

El Coneval define a las personas en pobreza como aquellas que tienen al menos una carencia social –rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos y acceso a alimentación– y no tiene ingresos suficientes para adquirir los bienes y servicios necesarios para satisfacer sus necesidades.

En tanto, una persona en situación de pobreza extrema es la que tiene tres o más carencias sociales y se encuentra por debajo de la línea del bienestar mínimo. “Las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana”, señala el órgano autónomo.

Desigualdad, la causa de la baja movilidad social en México

Detrás de la baja movilidad social se encuentra la desigualdad económica, que evita que todos los mexicanos tengan las mismas oportunidades, explica el documento del CEEY.

Una de estas causas está determinada por el color de piel. Una piel más clara está asociada con mayor movilidad y una más oscura, con menores oportunidades de escalar.

“Cuando se analiza la importancia de las circunstancias de origen en la conformación de la desigualdad de oportunidades, llama la atención que en la región norte, que es una de las de menor desigualdad de oportunidades, el tono de piel pese más del doble que en cualquier otra región”, dice el estudio.

Nacer hombre o mujer también determina la movilidad social en México.

Incluso con las mismas condiciones de origen, menos mujeres pueden escalar socialmente.

Adicionalmente, cuando se encuentran en el quintil más alto de la población, tienen más posibilidad de descender que los hombres.

Esto obedece a distintos factores, como la carga cultural, la educación o la falta de incentivos para que las madres puedan desempeñarse laboralmente cuando tienen hijos pequeños, como acceso a guarderías.

En México, 82% de los hombres participan en el mercado laboral. Para las mujeres, ese porcentajes de 43%, y desciende hasta 36% cuando tienen hijos, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.