Daniela conoce bien los problemas que tiene el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Nunca ha trabajado ahí, pero sabe el nombre y apellido de gran parte del personal que atiende el centro médico en Acapulco, Guerrero, los obstáculos burocráticos y hasta el grado de deterioro de sus instalaciones.

Hace más de 20 años, esta profesora oriunda de la Costa Grande de Guerrero, fue diagnosticada con lupus, una enfermedad en la que el sistema inmunológico destruye células sanas. Desde hace siete, es atendida Acapulco, la única ciudad de la región donde laboran los especialistas médicos que necesita.

Daniela no se engaña: el servicio nunca ha sido bueno y la carencia de medicamentos es un problema frecuente, que soporta únicamente porque conseguir su tratamiento de manera privada es incosteable.

Sin embargo, también está segura de que la falta de medicamentos se ha agravado este año respecto al anterior.

Al parecer, los mismos empleados del ISSSTE en Acapulco también están conscientes, pues desde hace meses removieron todos los letreros con el número telefónico para que los pacientes presenten sus quejas o pidan que se surtan los medicamentos que faltan en la farmacia. Si alguno llega a preguntar, el personal solo responde con evasivas.

A mediados de octubre fue a Acapulco, a cuatro horas de su hogar, para conseguir dos medicamentos en la farmacia del ISSSTE. Solo había uno, pero la persona que la atendió le dijo que no se lo llevara, que en unos días llegaría el otro y entonces le podría surtir toda la receta.

Cuando regresó, ninguno de los dos medicamentos estaba disponible. Y nadie sabía cuándo volverían a surtirlos, aunque le dieron como fecha tentativa el 8 de noviembre.

Daniela se comunicó al centro de atención telefónica del ISSSTE por recomendación del farmacéutico local, que asegura que desde hace meses solo le surten la mitad de los medicamentos que pide, a pesar de que muchos pacientes han reportado el desabasto.

De poco sirvió.

“No me tomaron mis datos ni me entregaron el número de reporte para hacer el seguimiento. Solo me dijeron que fuera con el médico a que me dieran otra alternativa de tratamiento porque no saben cuándo se va a volver a surtir”, dice en entrevista.

La falta de medicina en su entidad no solo daña su derecho a la salud y a vivir sin el dolor crónico que ocasiona su enfermedad. También afecta a personas de la tercera edad y que viven con diabetes, que tienen que esperar horas en el ISSSTE solo para que les digan que no pueden darles sus medicamentos.

Entre mayo y septiembre, este instituto de seguridad social es el que más ha recibido denuncias ciudadana por falta de medicamentos a nivel federal, reporta la plataforma No al huachicol de medicamentos.

Este martes, el director general del ISSSTE, Luis Antonio Ramírez Pineda, anunció que está trabajando en una estrategia apra reducir la prescripción de antibióticos y estudios de laboratorio innecesarios.

Falta de medicamentos: un ‘dolor de cabeza’

Los problemas por desabasto de medicamentos en la institución no son nuevos.

Tan solo en el ejercicio fiscal 2018, revisado recientemente por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), se detectó que no existe coherencia entre lo que el ISSSTE previó comprar en el Programa Anual de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios y lo que realmente se compró.

Esta falta de planeación se sumó a fallas en los procedimientos de contratación de proveedores, que no contaban con resultados de la investigación de mercado que garantiza que el dinero público se gasta de la manera más eficiente posible ni tampoco con documentos que acreditaran que el ISSSTE tenía suficientes recursos para cumplir con los pagos.

Además, el instituto evitó rescindir los contratos de proveedores que retrasaron hasta 66 días de atraso respecto a la fecha de entrega de las medicinas. Esto, debido al temor de que se incrementase el precio de los productos con otra empresa o a que únicamente cuenta con un proveedor de ciertas claves de medicamento, señaló la ASF.

Esta situación ha sido señalada en diversas ocasiones por la administración de Andrés Manuel López Obrador, que considera que los problemas de adquisición que arrastran el ISSSTE y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), entre otros, son resultado de la corrupción institucional.

Sin embargo, diversos pacientes y familiares de pacientes consultados por EL CEO coinciden en que la carencia de insumos se ha recrudecido desde este año.

“Cada fin de año, por ahí de noviembre o diciembre escaseaban los medicamentos porque se acaba el presupuesto, pero no era un desabasto tan agudo como ahora”, dice Claudia Castañeda, madre de un paciente infantil de leucemia linfoblástica aguda en el Hospital 20 de Noviembre, del ISSSTE.

Desde hace cinco años, su hijo recibe atención médica en el hospital.

Cuando comenzó su tratamiento, la atención era buena; ahora está muy limitada por los recursos. A raíz de que entró el nuevo gobierno se vio un cambio dramático.

Castañeda asegura que parte del problema es que no se realizaron licitaciones de medicamentos a tiempo, toda vez que la administración actual centralizó el proceso de compra.

En agosto, un grupo de padres se manifestaron por el desabasto de medicamentos para tratamientos oncológicos en el Hospital Infantil de México Federico Gómez y en el Hospital 20 de Noviembre. Tras la protesta, el gobierno federal se comprometió a solucionar la situación.

Sin embargo, el medicamento sigue faltando de manera intermitente, lo que pone en riesgo a los menores de tener una recaída.

Las mayor cantidad de denuncias por no surtimiento de medicamento se concentran en enfermedades como diabetes, hipertensión, cáncer, Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) y fallo renal, de acuerdo con cifras de No al huachicol de medicamentos.

El director del Hospital 20 de Noviembre, Alfredo Merino Rajme, se ha acercado a los padres y ha procurado atender la situación, pero les dice que ante la falta de presupuesto lo único que puede hacer es reasignar ciertas partidas para adquirir el medicamento.

“Se va comprando lo que se puede, como se va pudiendo”, dice Castañeda.

Sobresaturación y tratamientos insuficientes

La falta de medicamentos no es el único problema que atraviesan estos pacientes del ISSSTE.

Actualmente, la unidad de hematología pediátrica cuenta con 16 camas para atender a 400 niñas y niños con leucemia que esperan su tratamiento.

“Entre oncología y hematología, deben ser 30 camas para 700 pacientes”, dice Castañeda.

Cada mes llegan entre cinco y siete nuevos pacientes a esta unidad del Hospital 20 de Noviembre. A esto se suma la escasez de personal y la mala administración de los recursos, que retrasan los tratamientos de los pacientes.

Debido a la falta de enfermeras en el área de consulta externa, los menores que acuden a tratamientos de transfusión sanguínea tienen que esperar hasta 10 horas por una cama.

La falta de insumos también atrasa los proceso de donación de sangre y plaquetas, que estos pacientes necesitan para sobrevivir. Incluso, pone en riesgo sus vidas, dice Castañares.

A veces no hay guantes ni mangueras para entubar a los niños más pequeños. Ha habido situaciones donde mueren los pacientes porque en el hospital no tienen los aparatos necesarios, o les falta una parte, o no funcionan

El año pasado, el ISSSTE realizó contratos de mantenimiento de equipamiento médico e instalaciones sin seguir los protocolos. Esto derivó en pagos indebidos por 900,000 pesos y en el retraso de composturas, señala la ASF en su reporte.

‘Yo quiero vivir’

Las condiciones precarias en las que opera la institución han retrasado también la atención a pacientes con cáncer de mama, poniendo en peligro sus vidas.

A Valeria le detectaron cáncer de mama en 2008, cuando era servidora pública. Al momento en que la diagnosticaron, la enfermedad había provocado metástasis en una vértebra.

Entró en remisión en 2010, luego de seguir su tratamiento en el Hospital Regional General Ignacio Zaragoza del ISSSTE, que en ese momento se enfrentaba a grandes carencias.

“Cuando llegué, era un espanto de hospital. Encontrabas heces fecales en los pasillos, no había una sala de quimioterapia como tal ni agua caliente en las regaderas. Con los años fue mejorando”, dice.

Durante el tratamiento contra su enfermedad, la institución sacó uno de los medicamentos que utilizaba –esomeprazol–de su canasta básica, por lo que tuvieron que sustituirlo con otro.

“Los médicos tienen que hacer malabares para suplir medicamentos con los que les dejan en la canasta, pero no funcionan igual”, asegura.

Valeria no tuvo problemas con el abasto de medicamentos durante su remisión. Sin embargo, en diciembre del año pasado la enfermedad regresó: la metástasis alcanzó parte de su cráneo.

Desde entonces, se sometió a un tratamiento dirigido, menos agresivo como una quimioterapia normal que ataca las células cancerosas en un lugar específico.

En julio de este año, mientras ella estaba a la mitad de su tratamiento, empezó al desabasto de medicamento.

“Fue a razón de que había 25 enfermas de cáncer de mama que tomaban vía subcutánea. El ISSSTE sacó ese medicamento de la canasta básica, pero ellas necesitaban seguir su tratamiento y las sumaron con nosotras (otras 15 pacientes, aproximadamente) a tratamiento intravenoso, pero no aumentaron la cantidad de dosis”, explica.

Valeria y sus compañeras tienen que tomar el tratamiento, a base de un medicamento llamado Trastuzumab, una vez cada 21 días. Sin embargo, la escasez ha ocasionado interrupciones en el tratamiento.

Las matemáticas son crueles: Si mi tratamiento es cada 21 días y se demora dos semanas, tiene 60% menos efectividad. A mí me han cancelado el tratamiento dos veces; si antes tenía opción a que desapareciera la lesión, ahora mi posibilidad de que crezca en otro lado es altísima

, dice.

Actualmente, Valeria no es servidora pública, por lo que paga el servicio médico que le proporciona el instituto.

Con todos los cambios que ha habido y la falta de medicamentos en el ISSSTE, lo único que la detiene de cambiarse al Seguro Popular – ahora Instituto de Salud para el Bienestar – es el buen trato que ha recibido de parte de los médicos.

Para su próximo tratamiento, el ISSSTE le dijo que sí tendrán medicamentos. Pero la incertibumbre sigue ahí, igual que cada tres semanas.

“Yo quiero vivir. Estoy de acuerdo con la austeridad que quiere el presidente, pero no quiero formar parte de la ecuación ‘entre menos enfermos, menos gasto’. Yo quiero vivir”, dice.