El 11 de enero murió Alfredo del Mazo González, exgobernador mexiquense, y con él también se fue una parte de un importante grupo político: el de Atlacomulco.

Su muerte es simbólica porque marca el ocaso de lo que Juan Carlos Villareal Martínez, director del Centro de Planeación Estratégica y Prospectiva Política (CEPLAN), denomina como Grupo Estado de México, popularmente conocido como Grupo Atlacomulco -por ser este municipio el lugar de nacimiento del ex gobernador Isidro Fabela, su fundador-.

El Grupo Atlacomulco, del que formó parte Del Mazo González, padre de Alfredo del Mazo Maza, actual gobernador del Estado de México, se caracterizó por su estilo de hacer de la política un negocio, según investigaciones periodísticas del semanario Proceso.

Estas prácticas se enmarcaron bajo el refrán que el mismo Fabela y Carlos Hank González -también exgobernador del Edomex y otro de sus integrantes- utilizaban como mantra: “un político pobre es un pobre político”.

Yo no diría Grupo Atlacomulco, a mí me gusta más decirle Grupo Estado de México a la clase política mexiquense, que tienen una vocación por el poder que les permite agruparse en torno a proyectos locales como no hay en ningún otro grupo a nivel nacional

Juan Carlos Villareal Martínez

Para la académica de la Universidad Iberoamericana, Ivonne Acuña Murillo, el grupo representa además la forma antigua de hacer política y de utilizarla para intereses personales.

Los lazos consanguíneos

De acuerdo con Proceso, otra característica del grupo son los lazos consanguíneos de sus integrantes. De hecho, Alfredo del Mazo González era el padre del actual gobernador, Alfredo del Mazo Maza y tío del expresidente Enrique Peña Nieto.

Para ambos investigadores, el grupo que arropó durante años a figuras como Arturo Montiel y Carlos Hank González ahora va en declive tras alcanzar su punto más álgido con Peña Nieto en el poder y tras su incapacidad de “prolongar el predominio y fuerza del grupo mexiquense en la política nacional”.

Las razones, explica el también politólogo, están relacionadas con la llegada a la silla presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), de Andrés Manuel López Obrador.

“El Grupo Atlacomulco quedó debilitado”, añade la académica Acuña Murillo.

Villareal Martínez asegura que Morena ahora tiene a su alcance la “receta” de reproducción de liderazgos de la que se valió el Grupo Atlacomulco y sus filas priistas para prolongar su dirigencia por más de 70 años.

Esta consistía, por un lado, en alimentar a un grupo de electores para generar una base que le permitiera ganar cada seis años las elecciones, a la par de incrementar espacios en la administración federal que funcionaran como incentivos para aglutinar a más políticos.

Pienso que en el mediano plazo será difícil este grupo logre construir un liderazgo, porque quedaron muy lastimados; sus principales incentivos, que eran los espacios de representación política y de gobierno, están en manos de Morena

A este fenómeno, el politólogo añade que faltan liderazgos del grupo mexiquense que suplan los espacios que dejaron los últimos gobernadores y dirigentes del Estado de México.

“En la oposición, que no hay liderazgos fuertes, no hay quien supla a los líderes tradicionales de los últimos 20 años. En el caso del grupo del Estado de México y del PRI a nivel nacional sí tienen su reserva de talentos, pero por el momento no tiene espacios de reproducción o de poder, pero si eventualmente lo recuperan”.

En el mismo sentido, Acuña Murillo refiere que los dos personajes que podrían recuperar el liderazgo del grupo, el hijo de Del Mazo González, Alfredo del Mazo Maza y el expresidente Peña Nieto, son figuras “débiles”: el primero, por su bajo perfil y poco involucramiento en la política federal, mientras que el segundo, saliente de un gobierno tachado de corrupción.

Añade que ante la debilidad del grupo queda esa forma de hacer política como escuela, la misma que López Obrador apuesta por desmontar.

Finalmente, Villareal Martínez refiere que el gran aprendizaje del Grupo Atlacomulco a la historia política del país es que la formación de líderes descansa en la hipótesis de que necesita espacios de poder para auto reproducirse.

“En la medida en que ciertos grupos políticos ganan elecciones se vuelven más fuertes. Y en la medida que ganan espacios de poder, los incentivos para generar liderazgos locales y actores políticos se multiplican”. Elementos que ahora, dice, tiene Morena.