Aplicar un plan para controlar los precios como el que se hizo durante la época del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988), no representa una buena solución para el país, pues el nivel de inflación que se vive actualmente si bien es alta, no es de tres dígitos y no se da en las mismas circunstancias que se tenían en la década de los 80.
Cuando el presidente De la Madrid presentó el Pacto de Solidaridad Económica (PSE) en 1987, lo que se buscaba era detener la inercia inflacionaria en la que se encontraba el país, tras la nacionalización de la banca y la crisis de la deuda externa, explicó el economista Enrique Cárdenas.
El incremento en los precios se debía justamente a la inercia que agarró la inflación, donde si subían el tipo de cambio también lo hacían los precios, dejaban subir los salarios y con esta alza se elevaban los costos y luego los precios. Entonces, el gobierno devaluaba el tipo de cambio y por tanto alimentaba el proceso inflacionario; un círculo vicioso que duró varios años
dijo en entrevista el autor del libro ‘El largo curso de la economía mexicana de 1780 a nuestro días’.
Con la crisis que venía arrastrando el país, la impresión de dinero se elevó en más de 100%, lo que generó un exceso de demanda y que los precios se fueran por los cielos llevando a la inflación del país a niveles entre 140% o más de 150%, detalló el economista.
Lo que se quiso hacer con el Pacto de Solidaridad Económica es detener precisamente la inercia de la inflación y se logró bajo un consenso entre gobierno, empresarios y trabajadores.
“Entonces, la inflación de los 80 y la de hoy, son dos virus distintos y no los puedes atacar con la misma vacuna”, agregó Cárdenas.
Evitar que millones caigan en la pobreza
Para Juan Carlos Moreno-Brid, profesor de economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lo que vive actualmente el país, no es un choque inercial de la inflación, sino un choque de oferta por las secuelas del confinamiento, la interrupción de las cadenas de producción y los efectos que genera el conflicto en Europa del Este.
En ese entonces, lo que nos preocupaba era la hiperinflación, ahorita lo que nos debe preocupar no es la inflación como tal, sino la inflación en alimentos; es decir, el costo social que puede representar para las familias el precio de la comida
dijo Moreno-Brid.
De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, por cada punto porcentual de aumento en los precios de los alimentos, 10 millones de personas se ven arrojadas a la pobreza extrema. Si los precios de los alimentos se mantienen tan altos durante un año, la pobreza mundial podría aumentar en más de 100 millones, expuso el académico.
¿Cómo surge el Pacto de Solidaridad Económica?
De acuerdo con el libro ‘El camino mexicano de la transformación económica’ de Pedro Aspe, la inercia de la inflación en los 80 no era un problema exclusivo de México, sino también de otras economías como la de Brasil, Argentina, Bolivia e Israel que pusieron en marcha programas “no ortodoxos” que al final no resultaron tan buenos como se esperaba.
México aprendió de los casos fallidos de Argentina y Brasil y entendió que lo que debía hacer era detener de poco a poco la inercia inflacionaria y no de golpe como hicieron dichas naciones
dijo Cárdenas.
El pacto consistió en que cada tres meses, la inflación debía ir bajando, si era de 140%, la meta era bajar a 120%.“Para ello, todos se ajustaron el cinturón con el tipo de cambio, la gasolina, los energéticos y se pidió a los empresarios que solo aumentaran 120% los precios y entonces todos se ponen de acuerdo en una pequeña reducción”, según Enrique Cárdenas.
Además, el gobierno aplicó una política fiscal de IVA en alimentos, lo que contuvo la demanda en productos y se frenara de cierta forma también el alza de precios.
Al cabo de un año bajaron de 140% a 50%, lo cual era una gran avance, pero seguía siendo de 50%, destacó Cárdenas.
Subsidios a los empresarios ¿la respuesta?
Controlar los precios cuando los costos de las empresas están aumentando, lo que va a generar es reducir la tasa de rentabilidad de las empresas, las cuales están tan mal que lo que van a dejar de hacer es producir y por tanto habrá escasez.
“Salvo con un rifle en frente se les obligue a bajar precios o bien que el gobierno quiera subsidiarios, pero hay poco dinero, si de por si, el subsidio por la gasolina es alto y multiplicarlo con esto, será un desastre”, advirtió Cárdenas.
Para Moreno-Brid lo mejor es generar transferencias focalizadas para evitar precisamente que más personas caigan en la pobreza.
Se debería evaluar qué medidas pueden ayudar a las empresas a reducir sus costos e impulsar la producción a través de una política industrial. Pero, nada más meter controles de precio no tiene nada que ver con lo que hizo De la Madrid
dijo Moreno-Brid.
No tenemos un problema de inflación rampante, ni siquiera llega a 10%; el problema no es la inflación acelerada, el problema es que le pega a los bolsillos de las familias mexicanas y con el control de la gasolina es brutal, concluyó Moreno-Brid.