Muy relevante es la investigación de los tres economistas galardonados con el premio Nobel de Economía 2022. Sus investigaciones, principalmente en banca y crisis financieras, han sido la base sobre la actual regulación bancaria. 

La investigación premiada de dos de ellos (Diamond y Dybvig) se basa en el papel fundamental de los bancos para canalizar los ahorros de los ciudadanos hacia la inversión

Para ello, las instituciones financieras deben encontrar un equilibrio entre las necesidades de los depositantes y los prestatarios, que en principio son contradictorias

Los ahorradores requieren poder acceder de inmediato a su capital, mientras que los acreedores de créditos necesitan de tiempo para devolverlo. 

Este esquema no está exento de riesgos. Un simple rumor basta para que ese sistema se desmorone: si un gran número de clientes retiran de forma simultáneamente su dinero del banco, la entidad puede acabar colapsando. 

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Regulación, necesaria

De ahí la necesidad de una regulación y de medidas por parte del sector público para crear límites y trabas, por ejemplo, garantizando los depósitos o actuando como prestamista de última instancia.

Estas dos acciones siguen estando presentes en la actualidad. En México, al depositar tus ahorros en una institución bancaria, éstos están protegidos con un seguro de depósito por hasta 400,000 Udis (alrededor de 3 millones de pesos), por persona física o moral.

Con el tema de la pandemia por COVID-19, el riesgo de crisis financiera estuvo muy presente. Dos instituciones bancarias en México quebraron (Banco Famsa y Accendo) y el Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB) intervino para salvaguardar los recursos de los depositantes. 

A pesar de los inconvenientes generados para la mayoría de los clientes, no hubo un riesgo sistémico importante. 

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Prestamista, una figura controversial

Con relación al rubro de prestamista de última instancia, en la ley del Banco de México, en el artículo 3º, aparece el tema de “operar como acreditante de última instancia”.

Este es un asunto controversial, ya que implica el uso de recursos de los contribuyentes para salvaguardar a alguna entidad financiera en problemas de quiebra. 

Este tipo de apoyos son impopulares, como lo fue en México en el caso del Fobaproa o las medidas implementadas en Estados Unidos durante la gran crisis económica-financiera para evitar la caída de grandes bancos (too big to fail).

Aquí entran en juego las conclusiones de los estudios del otro galardonado, Ben Bernanke, para justificar también la intervención. Reparar un sistema bancario fallido puede llevar muchos años, tiempo durante el cual la economía funciona muy mal. 

Medidas para evitar ‘pánicos bancarios’

El expresidente de la Fed demostró que la economía durante la Gran Depresión no comenzó a recuperarse hasta que el Estado finalmente implementó medidas robustas para evitar nuevos pánicos bancarios.

En una economía de mercado, cuando las cosas van bien, la empresa gana dinero y cuando no, debe cerrar sus puertas. Pasa con los restaurantes, las lavanderías y fábricas de cualquier producto. 

Los bancos no deberían ser una excepción, a menos –algo que es muy difícil probar– de que exista certeza de que si alguno de ellos cae se producirá un “pánico financiero” y un efecto contagio sobre los demás bancos, lo que agravará la crisis.

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*James Salazar Salinas es subdirector de análisis económico de CI Banco. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor.