“El gobierno solo sirve de policía para cuidar los intereses del rico, y de verdugo y azote para el pobre” –
Librado Rivera
Si hay algo que los inversionistas y especuladores del mundo de la bolsa de valores debemos agradecerle al presidente Andrés Manuel López Obrador, es el manejo estricto que su administración ha tenido en temas de austeridad y responsabilidad fiscal.
Porque si bien muchos cometimos el error de calificarlo como un populista peligroso e incapaz durante sus casi dos décadas de campaña, la realidad es que, al menos para el negocio financiero, el presidente ha sido un gobernante de ensueño.
Para muestra, basta señalar que el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores alcanzó, apenas al cierre de la semana pasada, un nuevo máximo histórico intradía equivalente a 56,716 puntos.
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Lo anterior implica que todos los operadores que mantienen acciones del mercado mexicano en su conjunto han logrado ganancias significativas en sus respectivas cuentas de inversión, y esta felicidad no hubiera sido posible sin la estricta disciplina que el gobierno de la Cuarta Transformación ha mantenido en lo referente al déficit, al pago de la deuda y al manejo de la tasa de interés.
Y mira que no la ha tenido fácil.
Porque las protestas por el desabasto de medicinas son difíciles de ignorar, y la imagen de un niño sin pelo, con el cuerpo esquelético conectado a una sonda vacía puede ser demoledora para cualquier político sin convicciones.
Pero no para el presidente que con ayuda de su sagaz secretario de Hacienda, ha identificado correctamente que lo importante es mantener un superávit fiscal, y de esa manera agradar a las calificadoras internacionales de valores.
Un déficit controlado siempre resulta ‘sexy’ para los grandes capitales, y si para lograrlo hay que reducir las raciones de comida a los soldados rasos que pelean todos los días contra el narco en Tierra Caliente, pues así sea.
Eso es lo que los financieros buscamos, un país que honre sus compromisos a cualquier costo, incluso aquellos que cambian en el último momento. Porque muchos teníamos dinero puesto en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Texcoco, y nos espantamos cuando se decretó unilateralmente su cancelación.
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Pero el presidente es un hombre de palabra, y aunque tuvo que desaparecer las estancias infantiles y eliminar cualquier clase de apoyo que el gobierno tuviera para con la ciencia, la tecnología, el deporte, el arte o la cultura; al final juntó los centavos, sacó la cartera y pagó por ambos aeropuertos; el nuevo y el que no se hizo.
¿Cómo no querer invertir en un país así?
Esa voluntad de sacrificar a quien sea (menos a su propia familia y a la camarilla que lo acompaña claro está), con tal de no quedarle mal a los dueños del dinero es lo que crea confianza para la inversión, la cual además, debe ser mutua.
Por eso al capital no le importa que el número de mexicanos en pobreza extrema aumentara en 2.1 millones durante el arranque del presente sexenio, ni que cinco de las 10 ciudades más peligrosas del mundo estén en México, ni que la construcción del Tren Maya y de la refinería en Dos Bocas constituyan un crimen ecológico de lesa humanidad.
A los Slim, los Salinas Pliego, los Larrea y al resto de sus secuaces, tanto nacionales como extranjeros, lo único que les importa es que se les pague completo y que el precio de sus acciones siga subiendo. Y si para lograrlo AMLO tiene que pasar por encima de la autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE) o de Banco de México (Banxico); pues abran cancha, que el IPC se nos va a 60,000.
Porque nadie necesita a Victoria Rodríguez, ni al resto de la Junta de Gobierno del banco central, si el propio presidente puede comunicar desde temprano las decisiones de política monetaria en su conferencia mañanera; y sirve que nos ahorremos de una vez una decena de sueldos de varios miles de pesos.
Al final, si el kilo de tortilla está ya en 25 pesos, el de aguacate en 140 y el tanque de gas de 20 kilos alcanza ya los 420 ¿por qué la bolsa de valores no habría de estar también en niveles máximos?
De ahí que el sector financiero no pueda sino felicitar al Sr. Presidente por este nuevo récord bursátil. De verdad que no lo hubiéramos podido lograr sin su valiosa y decidida ayuda.
*Amin Vera es director de análisis económico en Black WallStreet Capital. Esta columna no representa necesariamente la opinión del EL CEO.