A raíz de la invasión de Rusia a Ucrania, se ha intensificado el uso del término friendshoring, que lo podríamos definir de forma sencilla como el traslado de actividades de producción a países amigos o aliados.
Recientemente, Estados Unidos se refirió en un relanzamiento de la ya existente alianza Quad (EU, India, Australia y Japón) a la posibilidad de aplicar el friendshoring para futuras decisiones de inversión.
Esto no es una buena noticia y menos en un escenario actual de crecientes inquietudes acerca de la fragmentación económica mundial y dudas de una posible ralentización del crecimiento.
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La pandemia por COVID-19 y el conflicto bélico en Ucrania vinieron a reafirmar la necesidad de una diversificación de la proveeduría de insumos y bienes finales, no un desmantelamiento de las cadenas globales de valor.
Pero esta diversificación debe ser en términos de beneficio económico, no por cuestiones geopolíticas. Hacerlo de esta última forma podría implicar mayores costos, si los intereses geopolíticos no convergen con los beneficios económicos.
Bloques comerciales
Nadie sabe cuál será la recomposición del mundo, una vez que concluya la invasión de Rusia a Ucrania. Pero el temor principal es la conformación de bloques comerciales, con incrementos robustos y las restricciones a la movilidad de algunos de los cinco elementos de los que se ha beneficiado el mundo con la globalización: mercancías, trabajo, capital, tecnología e información.
Estas preocupaciones ya habían surgido desde el inicio de la guerra comercial entre China y EU en 2018. A pesar del cambio de administración pública del país norteamericano, se mantienen las restricciones implementadas bajo la presidencia de Trump. Aunque hay algunos indicios por parte de Biden de reducir aranceles para ayudar a combatir la inflación, todavía no existe nada concreto.
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Esta situación del friendshoring evoca a un momento crítico en la economía mundial, que tuvo lugar hace casi 100 años. En 1930, se inició una era de proteccionismo comercial.
En junio de ese año, en EU se promulgó la Ley de Tarifas, también conocida como Smoot-Hawley, debido a que fue impulsada por el senador Reed Smoot y el representante Willis Hawley.
La ley incrementó los impuestos a la importación de centenares de productos con el objetivo de proteger a granjeros y empresas estadounidenses. Dicha ley intensificó el nacionalismo en todo el mundo y se le acusa de agudizar la Gran Depresión de 1929 que afectó a múltiples países, se prolongó por una década, ocasionó una fuerte caída del PIB y dejó a miles sin trabajo.
¿Le conviene a México la friendshoring zone?
Aplicar de forma fiel un friendshoring podría implicar violaciones a los actuales acuerdos comerciales bilaterales, regionales y multilaterales, en particular a los capítulos de Trato Nacional.
Sin embargo, difícilmente las reglas de comercio internacional de la Organización Mundial del Comercio podrían ser implementadas si la fractura geopolítica se intensifica.
Independientemente de que no está claro que contemos con la etiqueta de “país amigo” para los intereses geopolíticos de EU, inicialmente le conviene a México ser parte de esta red de friendshoring.
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La cercanía al mercado más grande del mundo, la amplia red de acuerdos comerciales, la mano de obra calificada son elementos suficientes para generar incentivos a las empresas extranjeras a invertir en nuestro país.
No obstante, en el mediano y largo plazo, los costos globales de implementar estrategias constantes de friendshoring podrían superar a los beneficios.
El crecimiento económico a largo plazo solamente se puede alcanzar con economías de mercado sanas y abiertas al capital, al conocimiento y la tecnología extranjera, guiadas por intereses de eficiencia económica, no de amiguismo geopolítico.
*James Salazar Salinas es subdirector de análisis económico de CI Banco. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor.