Cuando Luis Videgaray dice: la corrupción no se combate inventando culpables”, es momento de preguntarnos qué está ocurriendo con la procuración de la justicia en México. Para entender la declaración de guerra hecha por Rosario Robles vía Twitter el martes es necesario hacer un poco de historia.

El 13 de agosto de 2019, cuando acudió a una audiencia para defenderse de las acusaciones hechas por la Fiscalía General de la República (FGR) por su probable participación en la Estafa Maestra y el desvío de más de 5,000 millones de pesos, fue detenida en medio de un escándalo jurídico por la actuación del juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna y la misma FGR.

¿Cómo olvidar el conflicto generado por el supuesto domicilio falso? ¿Cómo no tomar como punto de referencia la brutal diferencia en el trato otorgado a Emilio Lozoya, quien sí evadió por un buen rato la acción de la justicia hasta que fue detenido en España y extraditado a México? ¿Cómo no recoger las opiniones de no pocos colegas que señalan el uso del Lawfare o el Derecho Penal del Enemigo en el caso específico de Rosario Robles?

A poco más de un año de su detención, después de cambiar varias veces de abogados, después de haber enviado mensajes a su antiguo jefe y a su supuesto colega de gabinete, después de ver cómo su solvencia económica no sería suficiente (dicen) para defenderse de un largo proceso judicial y después de analizar la posibilidad de enfrentar, no solo una pena de 21 años de prisión -aunque la Unidad de Inteligencia Financiera detectó que entre agosto de 2016 y enero de 2019 gastó 4 millones 498,853.36 pesos a través de su cuenta bancaria en American Express-, sino también la posibilidad de que la Fiscalía le vaya administrando más acusaciones como fue el caso de Elba Esther Gordillo y pasar de facto el resto de su vida útil en la cárcel, Rosario Robles le informó a la opinión pública y a quienes tuviesen que darse por notificados, que había decidido acogerse a la figura del testigo colaborador.

Creo que esta decisión es una mera cuestión de matemáticas y de instinto de supervivencia, ya que probablemente Robles entendió que antes de que le hagan efectivas por lo menos dos investigaciones más, de que Emilio Zebadúa domine la narrativa y que no va a llegar la caballería a rescatarla desde España.

 Así las cosas, fijó una muy interpretable posición:

 He decidido acogerme a la figura de testigo colaborador. Por el momento es lo único que puedo informar. Se han hecho declaraciones que no han sido acordadas conmigo. He instruido a mis abogados atenerse al procedimiento judicial. Lo que sí debo decir es que hablaré con la verdad

 Rosario Robles

¿Pero qué implica ser un testigo colaborador? Esto se refiere a aquella persona que accede voluntariamente ante la Fiscalía para prestar ayuda eficaz aportando su testimonio o medios de prueba que permitan investigar, procesar o sentenciar a otros sujetos.

Con esto probablemente Rosario Robles podrá optar en consecuencia por el ya famoso criterio de oportunidad que solicitó Emilio Lozoya y por el cual, creo, competiría con Emilio Zebadúa, ya que un servidor no entendería cómo podrían convivir dos testimoniales antagónicas que deberán estar fundamentadas en la veracidad de la información aportada, a menos claro está que ambos apunten más alto. 

Sin embargo, Rosario Robles también señaló ayer en una entrevista con Ciro Gómez Leyva que ella no tenía nada que imputar al expresidente Peña Nieto ni al senador Osorio Chong y se desmarcó de las declaraciones de uno de sus abogados, Sergio Arturo Ramírez, quien aseguró que Robles declararía ante la FGR que el excanciller, Luis Videgaray Caso, desvió los recursos de la Estafa Maestra para financiar las campañas presidenciales de Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade.

Su abogado dijo a medios de comunicación que Luis Videgaray tuvo injerencia y fue quien dio instrucción expresa para que se utilizaran recursos para la campaña del expresidente Enrique Peña Nieto. Todo esto generó declaraciones de Videgaray y del Partido Revolucionario Institucional, o lo que queda de este, deslindándose de esos señalamientos generando un gran circo mediático al cual ya nos estamos acostumbrando cuando de procuración de justicia se trata. 

Dicho en otras palabras, lo que importará no serán las declaraciones a medios de los abogados ni los tuitazos de Rosario Robles sino lo que declare ante el Ministerio Público y ante el juez, lo demás contará tanto como una promesa de amor en una kermesse escolar. 

Todo este caos, porque creo que eso es, me obliga a reiterar que la procuración de justicia es un área de suma importancia para nuestra sociedad y debe ser conducida con apego a la legalidad y con respeto total a los derechos humanos por parte de los servidores públicos, con una ética que no admita malos pensamientos por parte de la sociedad civil.

No olvidemos que en este momento tenemos como aspirantes para obtener el criterio de oportunidad a Emilio Zebadua y a Rosario Robles cuando, técnicamente, son partes antagónicas en este proceso y supongo que la Fiscalía General de la República en su momento deberá escoger entre uno de ellos para ser testigo colaborador y otorgarle el criterio de oportunidad.

Menos circo y más justicia o en una de esas veremos a Enrique Peña Nieto solicitando ser testigo colaborador.

*Salvador Mejía es licenciado en Derecho por la UNAM. Cuenta con estudios de especialización en México y Estados Unidos en Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo, Anticorrupción, Gobierno Corporativo así como en Inteligencia y Contrainteligencia

Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.