El primer gran juicio de consumidores contra Volkswagen en Alemania empezó este lunes, con cientos de miles de clientes que reclaman una reparación por sus vehículos diésel trucados, cuatro años después del estallido del “dieselgate”.
La primera audiencia de este juicio, que se escalonará a lo largo de varios años, empezó en el tribunal regional de Brunswick, a unos 30 kilómetros de la sede histórica de Volkswagen en Wolfsburgo (Baja Sajonia).
Más de 450,000 personas se inscribieron en esta acción colectiva, la primera de este tipo en Alemania, según un procedimiento adoptado en el contexto del “dieselgate”.
La asociación de consumidores VZBV, que hace las veces de demandante único, acusa al grupo automovilístico de haber perjudicado deliberadamente a sus clientes al instalar un dispositivo que hace que el vehículo parezca menos contaminante de lo que es en realidad.
Este juicio es, por el momento, el más importante en Alemania por el escándalo de Volkswagen, que intenta pasar página apostando por la energía eléctrica.
Los jueces deberán abordar unos 50 puntos, pero la cuestión principal será determinar si Volkswagen “provocó un prejuicio” y “actuó de manera contraria a la ética”.
“Confiamos en nuestras posibilidades de éxito, porque Volkswagen cometió fraude”, dijo a la AFP antes de la audiencia Ralph Sauer, el abogado de la VZBV.
El director de la VZBV, Klaus Müller, dice estar “convencido” de que la decisión del tribunal irá en este sentido. Pero Volkswagen mantiene que “no hay daños y que, por tanto, este requerimiento no tiene fundamento”.
61,000 demandas
“Aún hoy siguen utilizándose cientos de miles de vehículos”, insiste Martina de Lind van Wijngaarden, abogada de la empresa.
Aunque la sentencia sea desfavorable a Volkswagen, no implicará un reembolso directo, sino que cada consumidor registrado deberá reivindicar sus derechos de forma individual.
El examen de esta acción colectiva durará al menos hasta 2023, debido a la posibilidad de una apelación ante la Corte Federal, según Volkswagen. Después, los procedimientos individuales pueden tomar al menos un año más.
Para reducir la duración del proceso, la VZBV está “abierta” a un acuerdo amistoso, pero “en ese caso, Volkswagen deberá, a pesar de todo, pagar un monto significativo”, explicó Müller a la AFP.
El fabricante considera “poco imaginable” un acuerdo de ese tipo, debido a la heterogeneidad de las situaciones, como la compra de vehículos en el extranjero o después de la revelación del escándalo.
La segunda audiencia está prevista el 18 de noviembre.
En paralelo, en Alemania se presentaron 61,000 demandas individuales, de las que una parte llevaron a acuerdos extrajudiciales.
Paso al eléctrico
El escándalo estalló en 2015, cuando Volkswagen reconoció haber equipado a 11 millones de vehículos con dispositivos para trucar los resultados. Desde entonces, costó al grupo más de 30,000 millones de euros en gastos jurídicos, multas e indemnizaciones, entregados fundamentalmente en Estados Unidos.
De momento, el fabricante apenas pagó en Alemania tres multas por un total de 2,300 millones de euros, pero sigue estando amenazado por toda una lista de procedimientos civiles y penales.
En un juicio iniciado hace un año, varios inversores reclaman una indemnización por la espectacular caída de la cotización de los títulos de Volkswagen en bolsa tras el estallido del “dieselgate”.
La semana pasada, el actual director ejecutivo, Herbert Diess, y el presidente del consejo de vigilancia del grupo, Hans Dieter Pötsch, fueron enviados ante la justicia por manipulación de la cotización en bolsa. El exresponsable Martin Winterkorn, quien tuvo que dimitir en 2015, fue además despedido por “fraude”.
Para Volkswagen, el escándalo “pertenece a la historia del grupo”, al igual que “el escarabajo y el Golf”, reconoce Ralf Brandstätter, responsable de la marca VW.
Y asegura que el grupo “cambió profundamente”. El constructor invirtió 30,000 millones de euros en su nueva gama eléctrica para “recuperar la estima de la empresa”.
Más allá del frente judicial, el escándalo aceleró el declive del diésel y los vehículos que emplean este tipo de combustible podrían ser prohibidos en varias ciudades alemanas debido a su nivel de contaminación en óxidos de nitrógeno.