Carlos Slim anunció esta semana una inversión de 230 millones de dólares en la refinería PBF Energy, a través de su sociedad Control Empresarial de Capitales. La inversión sorprendió a analistas por la poca rentabilidad que el sector presenta recientemente, pero podría tratarse del primer paso para entrar al mercado gasolinero en México, donde incluso Pemex podría ser su cliente.

“No son decisiones de corto plazo, y si llegó aquí es porque ha habido un profundo análisis, tanto político como comercial, incluso tendrían que haber existido conversaciones con el presidente”, señaló David Rosales, analista del sector.

En uno de los años más complicados en la historia del sector petrolero, el subsector de refinación de hidrocarburos ha sido señalado como uno de los que presentan peores márgenes de ganancia, lo que ha traído aún más críticas al proyecto presidencial de la refinería en Dos Bocas, Tabasco.

Sin embargo, esta actividad aún resulta atractiva para el inversionista adecuado.

“La refinación en escala menor y con una zona geográfica limitada con acceso a los insumos a un precio competitivo, y haciéndose bien, es otra historia. Cuando lo ves a nivel de Pemex no es redituable por la carga fiscal y la ineficiencia que trae colgada de varias décadas, así como su pasivo laboral y sus problemas logísticos”, destacó Adrián Calcaneo, director de Midstream y Líquidos de IHS Markit.

“Otros inversionistas tienen acceso a otras variables que pueden modificar el resultado”.

PBF Energy, al ser una empresa privada que no puede darse el lujo de esperar un rescate de gobierno y que no tiene un pasivo laboral tan grande, está en mejores condiciones para eficientar sus operaciones, señaló Calcaneo.

“Es mejor empezar desde cero que desde -14”, dijo el experto, quien además recordó que Slim tiene un amplio conocimiento del mercado mexicano, lo que le podría ayudar en materia de logística y distribución.

PBF, como muchas refinerías estadounidenses, no tiene experiencia exportando gasolina a México sin el uso de intermediarios. Sin embargo, el sector sabe que México es un mercado atractivo: actualmente como respaldo frente a la volatilidad del mercado estadounidense, y en un futuro como mercado prioritario ante la adopción más lenta de vehículos eléctricos comparado con Estados Unidos.

La eventual importación de gasolina a México estaría abierta a una cartera de clientes diversificada, y la relación de Carlos Slim con el presidente López Obrador podría hacer que Pemex se apunte como uno de sus posibles compradores.

“Pemex también importa, entonces ahí puede haber una relación. Nuestra expectativa, más allá de lo que se dice públicamente, es que México va a seguir importando gasolina y Pemex va a seguir importando gasolina”, dijo Calcaneo.

En caso de que el magnate mexicano y el presidente López Obrador no hayan llegado a un acuerdo, la entrada al mercado mexicano dependerá de que PBF Energy sea capaz de conseguir un permiso de importación de hidrocarburos, lo que se vuelve cada vez más difícil.

De lo contrario, la empresa tendría que esperar hasta el próximo sexenio para continuar con sus planes de expansión.

“¿Cuál habrá sido la conversación que se tuvo con el Presidente de la República? ¿A qué acuerdo llegaron? Este paso no se da sin certeza, y tiene que haber habido una especie de lobbying para que Slim pudiera descartar que sus inversiones queden en un riesgo político extremo”, apuntó Rosales.