La crisis global de semiconductores que se detonó a finales de 2020 poco a poco comienza a resolverse, pero el camino a la recuperación es largo y tambalea entre conflictos geopolíticos.
La reciente visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a Taiwán provocó una caída en las acciones de las principales empresas del mayor fabricante de semiconductores en el mundo, como Taiwan Semiconductor Manufacturing (TSMC) y United Microelectronics.
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Pelosi ve una oportunidad para aliarse con Taiwán bajo la Ley de Chips recién aprobada en Estados Unidos, pero su viaje es visto como un desafío a China, que considera a la isla como parte de su territorio y podría aplicar represalias que provoquen mayores alteraciones en la cadena de suministro.
Por el momento, el gigante asiático suspendió las exportaciones de arena a Taiwán y bloqueó importaciones de algunas frutas y pescado.
Pandemia, el origen de la escasez de chips
La crisis de semiconductores se agudizó a finales de 2021, motivada por los confinamientos ante la pandemia de COVID-19 que incrementaron la demanda de equipos electrónicos para estudiar y trabajar desde casa.
De acuerdo con Goldman Sachs, las afectaciones alcanzaron a 169 industrias en alguna medida, desde cementeras hasta muebleras, pero una de las más presionadas es la automotriz, que destina 4.7% de su PIB a microchips y otros semiconductores.
Previo a la pandemia, las compañías de vehículos ya demandaban más chips debido a la transición hacia unidades eléctricas y más automatizadas y cuando la competencia por componente con otras industrias creció tuvieron dificultades de abasto que provocaron paros en líneas de producción.
La consultora IHS Markit estima que la escasez de chips redujo la producción de autos hasta en 7.1 millones de unidades en 2021 y estimó que el abasto comenzaría a normalizarse hacia el segundo trimestre de 2022.
Golpe a industria automotriz en México
La Industria Nacional de Autopartes (INA) estima que la región de Norteamérica, a la que pertenece México, fue la más afectada por la escasez de chips y que provocó que se dejaran de fabricar 2 millones 472,038 autos.
El director general de la organización, Alberto Bustamante, comentó en julio que el desabasto ya no es tan crítico, pero advirtió que las afectaciones continuarán en la primera parte de 2023.
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Esta escasez se refleja en los inventarios limitados en agencias y ha condicionado la venta de vehículos en el país desde el año pasado.
El fin aún está lejos
La escasez de chips llevó a las compañías de semiconductores a fabricar más piezas, mientras las empresas que dependen de estos componentes ajustaron sus planes y compras para enfrentar la nueva situación.
De acuerdo con la organización Semi, que agrupa a empresas que forman parte de la cadena de suministro de productos electrónicos, las compañías de semiconductores invertirán 446,000 millones de pesos entre 2021 y 2023 para ampliar su capacidad de producción.
En tanto, gobiernos de diversos países comenzaron a incrementar las inversiones en esta tecnología para protegerse contra otras interrupciones en la cadena de suministro.
Recientemente, Estados Unidos aprobó un subsidio de 52,000 millones de dólares con su Ley de Chips para atraer inversiones en fábricas, mientras la Unión Europea planea avalar una ley similar para crecer su participación en la manufactura de chips y Japón cubrirá parte de los costos para la construcción de una planta conjunta de TSMC y Sony.
Sin embargo, el problema aún tardará en resolverse por completo. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, esto se debe parcialmente a lo compleja que es la fabricación de chips.
En la industria, los plazos de entrega usuales pueden ser mayores a cuatro meses para productos bien establecidos en una línea de fabricación, si se pretende incrementar la capacidad moviendo el producto a una nueva instalación se agregan otros seis meses y cambiar de fabricante implica una demora de hasta un año en el proceso.