El 1 de enero entrará en vigor una nueva normatividad a nivel mundial que busca reducir la cantidad de azufre que puede estar presente en el combustóleo utilizado en el transporte marítimo, por lo que los buques que descarguen mercancía en México tendrán que buscar comercializadores distintos a Petróleos Mexicanos, y la empresa estatal tendrá que buscar alternativas para colocar este producto.

“Hay muy pocos compradores de combustóleo para México, y es nuestro principal producto refinado. O se lo vendes a los navíos o lo usas para generar electricidad, y el problema es que el combustóleo mexicano tiene muy alto contenido de azufre”, explicó Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México.

Agrega que al no estar preparado para ello, México ya no tendrá un comprador y se caerá el precio porque no se puede vender en otro país, ni venderlo a los navíos. “El único comprador que queda cautivo se llama CFE”.

Esta situación ha llevado a que la Comisión Federal de Electricidad busque rehabilitar algunas plantas de generación con base en combustóleo, a pesar de que son más contaminantes que otras alternativas aun sin tomar en cuenta las emisiones de azufre.

La venta también tendrá que ser a precios administrados para garantizar un retorno para Pemex, sin sobrepasar el costo de oportunidad de CFE.

La ventaja en este caso es que los economistas predicen una caída en el precio del combustóleo el próximo año, por lo que el rango de precios que beneficiaría a ambas compañías podría crecer.

El combustóleo es un subproducto del proceso de refinación de gasolina y diésel, lo que podría considerarse “un desperdicio”, explicó Marcial Díaz, Socio Consultor de Lexoil.

De acuerdo con la Secretaría de Energía este combustible representa el 10% de la demanda nacional de petrolíferos, con 141 millones de barriles diarios.

En 2017, por ejemplo, la demanda nacional de combustóleo creció 18.3% con respecto al año anterior, motivada principalmente por el dinamismo del sector industrial, así como la escasez de gas natural en algunas zonas del país.

Sener reportó también que en 2018 se exportó el 50% de la producción nacional de combustóleo, aunque se importó el equivalente al 20% (seguramente con una menor cantidad de azufre). De este total, CFE consumió el 83%, generadores privados el 4%, el propio sector 9% y 3% la industria.

El transporte marítimo nacional (que todavía podría comprar combustóleo) representó sólo el 1% del consumo.

Los números revelan un importante apetito de CFE por el hidrocarburo, por lo que la rehabilitación de plantas generadoras o una eventual reducción en la importación de combustóleo podrían resultar suficientes para que la empresa estatal consuma una parte considerable de la producción que no se pueda exportar, con la salvedad de que las condiciones del mercado podrían traducirse en precios menos atractivos para Pemex.

La petrolera mexicana tendrá que recurrir a las importaciones si pretende satisfacer las necesidades de combustible de los barcos internacionales que buscan cargar en México.

En caso contrario, la oferta tendrá que ser satisfecha por expendios privados que importen combustóleo con niveles aceptables de azufre para el mercado internacional.

Las nuevas disposiciones internacionales serán sólo el primero de muchos problemas que Pemex tendrá que atravesar para colocar su combustóleo. De acuerdo con un estudio que Sener publicó en 2018, se espera que la demanda nacional caiga alrededor de 6.62% anual, con lo que pasaría de 140 millones de barriles diarios en 2018 a 56 millones para 2031.

Las metas de refinación del gobierno de López Obrador indican que, a menos que las renovaciones en las instalaciones consigan aumentar la eficiencia de forma considerable, Pemex seguirá produciendo cantidades importantes de combustóleo en el corto y mediano plazo.