La Comisión Federal de Competencia Económica advirtió en una opinión técnica que Pemex suministra el 87% de la gasolina que se consume en el país, a pesar de la apertura del sector que se dio en el 2013 con la reforma energética.

Esto es un reflejo de un mercado que no ha podido eliminar la hegemonía de la empresa estatal y, aunque se han hecho avances en posicionamiento de marcas y construcción de almacenamiento, podría resultar en una posición monopólica durante el resto del sexenio.

“Lo que estamos viendo es una ilusión. Uno podría pensar que Pemex está enfrentando competencia porque muchas estaciones ya no son marca Pemex, pero si te vas al detalle fino de cuántas de estas no venden gasolina Pemex baja a los números que reportó Cofece”, señaló Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México.

La reducción en la participación de las “banderas” de gasolineras no ha afectado de igual manera la logística de importación y almacenamiento, que son elementos resguardados más celosamente por Pemex y por la propia Comisión Reguladora de Energía.

“Si fueras Pemex y estuvieras perdiendo marca, más allá del nacionalismo, si tú mantienes la proveeduría de OxxoGas y Petro7 tampoco es como que estés perdiendo mucho”, destacó Sánchez.

De acuerdo con información recabada por PETROIntelligence, en México existen 12,707 permisos vigentes de expendio al público de gasolina y diésel, de los cuales 3,634 venden gasolina distinta a la de Pemex.

De las gasolineras restantes, sólo 7,847 venden bajo la imagen comercial de Pemex.

El crecimiento de las imágenes comerciales distintas a Pemex pueden explicarse por un efecto de “efervescencia” provocada por el desgaste en la imagen de la compañía estatal, explicó Marcial Díaz, socio director de Lexoil Consultores.

Sin embargo, las altas ventas iniciales suelen estabilizarse después de seis meses, cuando la gente se da cuenta de que algunas de ellas venden la misma gasolina que Pemex.

“Hay más de 40 aditivos registrados en la CRE, pero al final son aditivos que se le ponen a la gasolina de Pemex. Hay regiones en el país, como Morelos, en que incluso las banderas premium venden Pemex porque no costea enviar su propia gasolina a esa región”, destacó Díaz.

La hegemonía sólo podría romperse si las marcas privadas identifican y atacan las zonas geográficas en las que será más sencillo erradicar el control de Pemex mediante la construcción de la infraestructura necesaria. Díaz advirtió que estos cambios en el mercado podrían tardar más de 10 años, sobre todo por la sobrerregulación que la autoridad ha impuesto en este tipo de proyecto.

El otro problema, dice Sánchez, es que la Secretaría de Energía ya no está otorgando los permisos de importación de 20 años que deberían haber estado asociados al desarrollo de infraestructura. Esto afectará a los mercados que actualmente tienen las mayores carencias de infraestructura, pues para las empresas privadas no tendrá sentido invertir en un área geográfica en el que no se puede garantizar el almacenamiento necesario.

La amenaza más grande para Pemex, en caso de una entrada exitosa de otros jugadores a la importación y almacenamiento, es que el mercado ya tiene casi 5,000 estaciones con una imagen comercial distinta a la de la empresa estatal, por lo que fácilmente podrían cambiar de proveedor de combustible si la logística lo permitiera.

La habilidad de Pemex de continuar tomando acciones para evitar perder mercado dependerá de que la administración federal tenga la voluntad de seguir apoyando a la empresa a pesar de los malos resultados financieros de los últimos años.

“El gobierno está en bancarrota técnica, habría que ver cuánto tiempo pueden financiar proyectos de largo plazo, dado que ya renunciaron a las metas de producción y ya están renunciando a las metas de procesamiento que tenían para 2024”, destacó Sánchez.