Con una pose en el espejo, la modelo y estilista sueca Lisa Anckarman muestra una nueva chaqueta en Instagram. Si bien se le ajusta perfectamente en la foto, la prenda es un diseño virtual que no existe en la vida real.
Anckarman está entre los influencers que han adoptado una tecnología de punta que ofrece la oportunidad de satisfacer los gustos del fast fashion, al tiempo que reduce drásticamente las emisiones, la contaminación y los abusos laborales relacionados con la industria.
“Realmente me gustó la idea y el hecho de que sea bueno para el medio ambiente”, aseguró la modelo mientras hablaba sobre su estilo virtual. “En realidad creo que tal vez se veía muy bien porque la gente realmente no entendió que era digital”.
“La gente me preguntaba ‘¿Dónde compraste esto?’ y yo decía ‘es digital’, y me dijeron: ‘No, ¿en qué tienda lo compraste?'”.
La moda es una de las industrias más dañinas del mundo: es responsable de aproximadamente 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, absorbe el agua escasa y genera grandes cantidades de contaminación y desechos.
Pero el deseo de lucir la última tendencia está aumentando. Las ventas mundiales de moda aumentaron aproximadamente 4.5% a 1.7 billones de dólares en 2018, según analistas en McKinsey and Company, quienes dijeron que las redes sociales llevan las tendencias a los consumidores a un ritmo cada vez más rápido.
Algunas empresas ahora buscan satisfacer la demanda de nuevos estilos a través de diseños digitales. La firma de moda escandinava Carlings, por ejemplo, ha convencido a sus clientes a que paguen dinero real por ropa virtual que se “ajusta” digitalmente a las fotografías de los usuarios.
“Fue un poco atemorizante (lanzarlo) pero la respuesta fue tan abrumadora que estábamos convencidos de que habíamos dado en el clavo”, dijo el director de marca, Ronny Mikalsen.
Los primeros diseños de Carlings, que costaron entre 10 euros y 30 euros (11 y 33 dólares), se agotaron y lanzará una segunda colección digital en la primavera del 2019.
Alta moda, bajas emisiones
La ropa digital genera emisiones mucho más bajas que la física, ya que corta el largo y laborioso proceso de obtención de materiales, producción de telas, confección y envío a todo el mundo.
Si bien los estilos virtuales pueden seguir siendo un nicho, los expertos dicen que están listos para crecer a medida que la tecnología se filtre hacia más aspectos de las vidas humanas.
Las generaciones más jóvenes, en particular, están dispuestas a cuidar sus personajes en línea tanto como su imagen en la vida real, comentó el director de la Agencia de Innovación de la Moda del London College of Fashion, Matthew Drinkwater.
En Instagram tienes que preguntar “¿cuánto de eso es una persona real y cuánto es una versión mejorada o una forma en que desean representarse a sí mismos?”, señaló.
El uso creciente de filtros en las redes sociales que pueden agregar orejas de perro o una corona de flores encima de una foto o editar un video en tiempo real para hacer que la gente vomite el arco iris, muestra cómo las personas ya están usando efectos digitales para jugar con su imagen, dijo.
“En un sentido muy simple, las personas están comenzando a mejorar o alterar su apariencia (…) Se puede comenzar a ver una deriva hacia esta fusión de lo físico y lo digital”, agregó.
Los hábitos de compra ya están cambiando para satisfacer las demandas de las imágenes en línea: casi una de cada 10 personas compró ropa para usar una vez, con el objetivo de compartir su outfit en las redes sociales, según una encuesta realizada a 2,000 británicos por la firma financiera Barclaycard el verano pasado.
“Si apareces con la misma ropa muchas veces, se considera algo malo”, dijo Morten Grubak, de la agencia creativa Virtue, quien creó la campaña de Carlings.
Atuendos que desafían la física
Algunos involucrados en la moda virtual dijeron que se habían propuesto ofrecer una nueva solución a los daños climáticos y los residuos de la industria en vez de tratar de persuadir a los consumidores para que compren menos.
“En este momento (en las campañas ambientales) siempre se trata, por ejemplo, de cuánta agua ahorramos al producir estos pantalones vaqueros y a la gente no le importa eso”, dijo Grubak.
“En lugar de enojarnos con las personas que hacen moda en Instagram, ¿cómo podemos resolver ese problema de manera innovadora al agregar una nueva plataforma?”, agregó.
Otras compañías indicaron que habían tomado una decisión deliberada para evitar por completo al mercado de la moda tradicional.
“Hemos dejado claro que nunca queremos ser una marca de moda física”, dijo Kerry Murphy, de la firma de moda digital holandesa The Fabricant, que crea sólo diseños virtuales. “Creemos que el mundo no necesita más ropa. Es una industria increíblemente derrochadora y contaminante. Es por eso que muy conscientemente dijimos que queremos reimaginar la moda”.
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El diseño digital también abre nuevas posibilidades para jugar con la moda, desde usar telas como el caucho que serían relativamente incómodas en la vida real hasta incursionar en pieles exóticas o incluso en fantasías que desafían la física.
“La ropa tendrá un significado diferente porque no tiene la misma funcionalidad que la ropa física”, dijo Murphy. “Las personas pueden usar fuego o usar lluvia o pueden ser dinosaurios, por lo que las posibilidades son ilimitadas”.
Quienes participan en la industria del diseño digital dijeron que no ofrecerán una solución completa para los problemas de las emisiones y desperdicios generados por la moda, pero puede ayudar alentando a las personas a actualizar sus armarios existentes con arreglos virtuales.
Y a medida que la tecnología avanza, la moda virtual podría convertirse en la cultura dominante, dijo Drinkwater.
Dentro de una década, las personas podrían usar regularmente gafas de alta tecnología que pueden aplicar efectos digitales sobre lo que el usuario ve en la vida real, predijo, lo que significa que la ropa virtual ya no estará restringida a una pantalla de computadora o teléfono.
“¿Te imaginas un punto en el que tu ropa pueda actualizarse constantemente a través del diseño digital? ¿Podríamos estar descargando contenido que podría mostrarnos de manera diferente? ¿Eso nos impediría simplemente comprar más productos?” preguntó.
“Ese potencial es realmente muy emocionante”.