Queridas empresas: tenemos de hablar de inclusión
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Queridas empresas: tenemos de hablar de inclusión

Queridas empresas: tenemos de hablar de inclusión

Trini tiene los ojos oscuros, el cabello peinado de lado y una sonrisa que derrite corazones.

Aunque es de Chile, los padres de muchos bebés en toda América Latina la reconocen, pues es la única niña con síndrome de Down que les sonríe cada vez que caminan por el pasillo de una tienda de autoservicio en busca de pañales.

El rostro de Trini es desde octubre la imagen de Babysec en su país natal y, en unos cuantos meses, ha llegado a los otros países de la región donde opera la firma Softys – Argentina, Brasil y Perú.

“Es una tendencia que queremos sumar, la inclusión es un elemento indispensable que necesitamos perseguir en México”, dijo este miércoles François Bouyra, director general de Softys en el país, durante la presentación de la iniciativa.

Y es que nuestro país no se destaca por sus avances en este aspecto.

En México hay entre 7 y 8 millones de personas con discapacidad, equivalentes a 6% de la población, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En 2017, 19.3% de las personas de este grupo declaró que “le hacen sentir o miran de forma incómoda”, 58% dijo haber sufrido burlas por su condición y 48% consideró que sus derechos se respetan poco o nada, detalla la Encuesta Nacional sobre Discriminación realizada por el instituto.

Sin embargo, en los últimos años ha existido una mayor sensibilización sobre temas de inclusión y diversidad. Por ello, que las marcas abanderen causas sociales puede generar múltiples beneficios, consideran expertos.

El mundo ha cambiado y está tratando de cambiar sus prejuicios y estereotipos. La mercadotecnia no se ha quedado alejada de subirse a esta ola en la cual ganan todos: la sociedad, los cambios de prejuicios, empoderamiento y la inclusión, y por supuesto se ven las marcas, que ganan atención y publicidad

Álvaro Gordoa, rector del Colegio de Imagen Pública.

En este sentido, Ana Bonilla, jefa de la carrera de Mercadotecnia de la Universidad La Salle, considera que existen mercados donde es más fácil enviar mensajes de inclusión que permita a las empresas conseguir más simpatía por parte de sus potenciales compradores.

“El mercado (de pañales) está más sensible y más informado a que otros niños son distintos y conforman el mismo universo; esa parte es positiva para todas las marcas siempre”, dice la experta.

Alejandra Toriz, directora de mercadotecnia de Softys México, dice que la firma no mide esta iniciativa – que será permanente y no solo una campaña – como venta, sino como una forma de visibilizar a los menores con síndrome de Down. Aclara que en los países donde ya se ve la cara de Trini en los pañales no se han visto impactos en número de productos vendidos.

Para las personas que tienen o conocen a personas con alguna discapacidad, el que se estén llevando a cabo iniciativas de inclusión representa un cambio de paradigma sobre cómo son vistas estas personas.

“Está empezando a suceder el cambio  y estamos felices”, dice en entrevista Silke Lubzik, madre de un hijo con síndrome de Down y fundadora de la organización Cambiando Modelos, que aboga por la inclusión en campañas publicitarias y medios de comunicación.

Sin embargo, las empresas deben ser cuidadosas si quieren emprender campañas o iniciativas de inclusión, pues estas deben estar acompañadas  de “un mensaje más allá de vender su propia marca”, advierte Álvaro Gordoa, rector del Colegio de Imagen Pública.

“Si no se sabe manejar y se ve que es un ejercicio burdo de subirse a la ola de la inclusión, puede ser contraproducente. Puede ser que parezca una sobreexplotación de estas personas; tiene que hacerse con muchísima sensatez y estar acompañada de una campaña de inclusión real”, comenta el especialista.

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Actualmente es más usual que las empresas utilicen a personas que no corresponden a los modelos de belleza tradicional en las campañas. Sin embargo, es necesario mantener un balance para que no sea contraproducente, dice Bonilla.

“Si toda la imagen de todos los productos son solo de minorías, se deja de lado al resto de la población”, comenta la académica, quien considera que las empresas deben cambiar sus modelos constantemente para que el público vea a distintos tipos de personas representadas.

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