La estatua de Xochipilli, el príncipe de las flores en la cultura azteca, fue encontrada a mediados del siglo XIX en el municipio mexiquense de Tlalmanalco, al pie del volcán Popocatépetl. Se trata de la figura de un dios que no mira ni vive como los mortales, sino que lo hace a través del alma, según el científico estadounidense Robert Gordon Wasson.

En su artículo Xochipilli: Príncipe de las Flores, una nueva interpretación, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, Gordon Wasson, pionero en la Etnobotánica, ciencia que estudia las relaciones entre humanos y su entorno vegetal, lo describe como “un dios que vive en éxtasis, y lo hace con la majestad de una obra maestra”.

La figura original se exhibe en el Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México, sin embargo, existe una réplica de la escultura que reposa en la colonia Condesa, a la entrada de la Casa de la Marihuana, sede del Club Cannábico Xochipilli, donde en pequeños platos de barro, los miembros de esta asociación le depositan semillas de maíz a manera de tributo.

“Xochipilli representa muchas cosas, es una deidad que nos representa mucho a los miembros. Por eso decidimos ponerle ese nombre”, cuenta Jasiel Guerra, fundador y presidente del club.

Foto: Rodrigo Enriquez

Este club es un lugar en donde sus miembros se juntan para fumar marihuana de manera segura, pero nació con la intención de convertirse en una organización autorizada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para cultivar el cannabis que consumen sus socios.

Sin regulación

La idea de fundar el Club Cannábico Xochipilli se concretó el 4 de diciembre de 2015, luego de una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitida en noviembre de ese año, según relata Jasiel, sentado en la oficina principal del club. En ese fallo, el máximo tribunal de justicia del país resolvió autorizar a los cuatro integrantes del Colectivo SMART el uso lúdico y recreativo de marihuana en México.

“La Cofepris fue notificada por el Poder Judicial de la Federación de la sentencia dictada el pasado 4 de noviembre por la SCJN, al resolver el amparo en revisión 237/2014, mediante el cual cuatro personas impugnaron la Ley General de Salud para poder consumir marihuana con fines lúdicos y recreativos”, informó la autoridad sanitaria en un comunicado el 7 de diciembre de 2015.

En México no existe aún una regulación específica para organizaciones creadas para el consumo de marihuana, pero la Constitución establece el derecho a la libre asociación pacífica “con cualquier objeto lícito”, explica el abogado constitucionalista Francisco Jiménez Reynoso.

“No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país”, establece la Carta Magna en el artículo noveno.

Bajo ese precepto jurídico se fundó el Club Cannábico Xochipilli, argumenta Jasiel Guerra, quien egresó de la licenciatura de Derecho en la UNAM. “Establecimos la organización bajo la premisa del artículo noveno de la Constitucional sobre libertad de asociación”, dice Jasiel Guerra.

En poco más de tres años de existencia, el club ha recibido más de 3,000 solicitudes de inscripción, de los cuales se completaron ante notario público entre 400 y 500 registros, según los administradores de la organización. Cada miembro registrado paga una cuota de 200 pesos mensuales.

Pero esos ingresos, por ahora, no son suficientes para hacerse cargo de los gastos del club como los sueldos de los trabajadores, la renta del lugar donde se ubica. Jasiel prefiere no hablar de cifras, pero espera que en un futuro, el negocio reditúe en el dinero requerido para financiar investigación médica propia, aunque no sabe cuándo se podrá lograr.

Como parte de la estrategia para obtener fondos, el club ha buscado alianzas con empresas extranjeras que funjan como sus “patrocinadores”. Por el momento cuentan con el apoyo de Cibidium, una empresa fundada en la República Checa que se dedica a la extracción del cannabidiol, uno de los principales componentes del cannabis.

Foto: Rodrigo Enriquez

En un futuro, cuenta Thomas, el dueño de Cibidium, buscarán obtener la licencia en México para poder cultivar industrialmente el cannabis en el país.

Además de la libertad de entrar en cualquier momento al club a fumar en el “área de combustión”, los socios tienen derecho a atención médica cuando padecen enfermedades que pueden tratarse con productos derivados del cannabis, así como a asistencia legal cuando son detenidos por posesión de marihuana. Esos son los principales atractivos de la organización.

Foto: Rodrigo Enriquez

Salir del mercado ilegal

En la sala principal de la Casa de la Marihuana reposa Alejandro, un socio del club que hace unos minutos salió del área de combustión, un pequeño cubículo exclusivo para fumar, y ahora sus ojos rojos se encuentran fijos en una televisión. Se le nota relajado, prácticamente inerte.

Apenas se escucha su voz cuando responde que vive en Ecatepec, y que acude al club desde hace “varios años”. Lo que le gusta del lugar es la tranquilidad que le brinda para consumir marihuana sin ser hostigado. Alejandro, como muchos de sus miembros, está en busca de una autorización que le permita fumar cannabis en cualquier rincón del país y cultivar sus propias plantas.

La Cofepris informó en un comunicado que hasta el 5 de septiembre de 2018 había recibido 534 solicitudes para uso lúdico y personal de marihuana, de las cuales solamente nueve fueron autorizadas, 180 desechadas y el resto estaba en proceso de resolución.

Entre ese grupo se encuentran las 120 que los administradores del Club Xochipilli realizaron en abril para algunos de sus miembros. Por ahora el cannabis que se consume en la Casa de la Marihuana proviene del mercado negro.

“Cada miembro consigue la marihuana por sus propios medios, pero llega aquí con los cinco gramos que la Ley General de Salud le permite portar. Por eso queremos ser un club de consumidores de cannabis que busca convertirse en un club de cultivadores, para poder salir del comercio ilegal”, detalla Jasiel.

Foto: Rodrigo Enriquez

La falta de regulación de mercado de la marihuana en México constituye una de las principales causas de detención juvenil en el país, dice Tania Ramírez, directora de política de drogas en la organización civil Mexicanos Unidos contra la Delincuencia.

“Hoy en día el mercado ilegal de cannabis es una de las principales causas por las que los jóvenes son hostigados por las policías. Es uno de los principales motivos por los que las personas son llevadas a los Ministerios Públicos. La mayor parte de personas que son detenidas están ahí por un asunto de cannabis”, explica la experta.

La regulación, el futuro

El 8 de noviembre del año pasado, la entonces senadora Olga Sánchez Cordero presentó ante la Cámara Alta una iniciativa de ley que busca la regulación de algunas drogas en México. Entre las propuestas de la ahora secretaria de Gobernación está el establecimiento de la venta de cannabis como un “servicio socialmente responsable”.

“Dado que la Constitución no debería de imponer un ideal de excelencia humana; sino permitir que cada individuo elija su propio plan de vida (…) El Estado tiene dos obligaciones (…) respetar la autonomía de las personas y (…) evitar que dicha autonomía afecte a los demás” dice la iniciativa en su apartado de Justificación y Principios.

Una regulación como la que propone Sánchez Cordero tendría un gran impacto en cuestión de seguridad, pero también en la de mercado, dice Santiago Roel, director de Semáforo Delictivo, una organización que se dedica a la recolección de estadísticas de delitos de alto impacto como homicidio, secuestro, narcomenudeo y violaciones, entre otros, en México.

El año pasado, las cifras de narcomenudeo reportadas por Semáforo delictivo indican un crecimiento del 33% en la incidencia de esta actividad en México con respecto al 2017, al pasar de 44,082 casos detectados a 58,508. Los cuatro estados con mayor número de incidencias en 2018 fueron Ciudad de México, Guanajuato, Baja California, Coahuila y Chihuahua, según el organismo.

La iniciativa de Sánchez Cordero propone distintas vías de acceso para el mercado regulado de cannabis. Una de ellas es el autocultivo, es decir, que cada persona pueda cultivar lo que consume, lo que puede modificar el panorama no solo del mercado negro del cannabis sino de las estadísticas de consumo en el país, advierte Tania Ramírez.

“Eso es lo que esperamos de la iniciativa de Sánchez Cordero, que regularice la producción personal de la marihuana en el país y que cualquier persona pueda plantar sus propias plantas como lo hacen con la manzanilla, por ejemplo”, concluye Jasiel Guerra.