WeWork cada vez enfrenta un escenario más sombrío: Fitch Ratings degradó su calificación y un académico de la Universidad de la NYU Stern School of Business prevé el inicio de una “desintegración”.
La cancelación de la Oferta Pública Inicial (OPI) y la destitución del CEO Adam Neumann son los más recientes capítulos de la firma que ofrece espacios de oficina compartidos.
Tras estos casos, Fitch recortó en dos niveles la nota crediticia de la firma a CCC+, colocándola en territorio basura.
Tras la cancelación de la salida a Bolsa, al agencia argumentó que WeWork “reduciría drásticamente sus ambiciones de crecimiento y los gastos generales asociados que llevaron a su precaria posición de liquidez”.
En ausencia de una OPV (OPI) y un aumento de deuda senior garantizado asociado, WeWork no tiene fondos suficientes para cumplir con su plan de crecimiento,
dijo la nota de Fitch citada por el Financial Times.
Fitch previó que WeWork reduzca la apertura de nuevas ubicaciones, e incluso su posición en el mercado puede verse perjudicada si los clientes corporativos dudan en firmar nuevos arrendamientos debido a la incertidumbre de la empresa.
Desintegración apenas comienza: profesor Scott Galloway
Para el catedrático de la NYU Stern School of Business, la compañía se encuentra en un inicio de cambios.
La firma, con presencia en 37 países, está en un proceso “de clasificación y una gran desintegración, cuyos efectos se sentirán durante años. Solo está comenzando”, dijo en entrevista con New York Magazine.
El crítico de la Galloway consideró que la valuación que tenía de 47,000 millones de dólares es “demente” y “una ilusión”.
En este escenario, SoftBank, el principal inversionista de WeWork, sería la única figura que podría seguir invirtiendo pese al escenario actual.
El grupo empresarial nipón tiene dos opciones, según Galloway: la primera es reconocer que invertirán dinero “bueno después del malo” y saber que aún hay valor en la compañía, o “tienen que irse a la bancarrota”.
Si SoftBank no quiere invertir, WeWork “no podrá reducir costos lo suficientemente rápido y será un capítulo 11 (de la Ley de Bancarrotas de Estados Unidos)”, dijo el profesor al medio.
“Para reducir esos costos, la empresa deberá cerrar oficinas y tendrán que despedir entre uno y dos tercios del personal”, declaró.