La combinación de ferrocarriles y pipas, alternativa que el gobierno federal utilizó para solucionar el desabasto a principios de 2019 durante la cruzada contra el huachicol, es popular entre grupos gasolineros y la iniciativa privada; sin embargo, no es una solución a largo plazo.

La razón es que sólo podrían convivir con un sistema de ductos sano, una condición que no cumple actualmente.

Pemex tiene dentro de su infraestructura alrededor de 68,800 kilómetros de gasoductos que conectan 77 terminales repartidas alrededor del país. A principios de 2019, el gobierno federal detuvo el funcionamiento de al menos tres tramos importantes para evitar que la gasolina siguiera siendo robada.

Esta iniciativa difería de la estrategia de gobiernos actuales que preferían seguir sufriendo robos de combustible en aras de mantener el abasto nacional, explicó César Pereda, director de Grupo Perc. Para combatir la escasez de gasolina en ciertas zonas, se recurrió a las 3,400 pipas que recorren las 642 rutas reconocidas por Pemex.

El desabasto que golpeó a varias zonas del país llevó a algunas empresas privadas a garantizar su abasto por otros medios.

Exxon Mobil, por ejemplo, gestionó la importación por tren de más de cinco millones de barriles de combustible, los cuales almacenó en las cuatro instalaciones con las que contaba durante la crisis. Pereda explicó que aún hay ligeros problemas de abastecimiento por parte de Pemex, pero que las acciones como esta, emprendidas por empresas privadas, hacen que “no se sienta la pérdida”.

“Siempre hay un gran interés de los privados por seguir desarrollando y buscar opciones logísticas que les resulten más económicas, entonces hay grupos existentes trabajando y en constante búsqueda, además de competidores entrantes que también buscan resultados. Sí hay un interés y estamos trabajando con muchos participantes”, reveló Ángel Apunte-Aguirre, director de ventas químicos y petroquímicos de KCSM.

El análisis de expertos y exdirectivos de Pemex sobre el manejo de la crisis realizado por la actual administración dejó ver preocupaciones en materia de infraestructura, sobre todo de transporte.

Rodrigo Favela, exsubdirector de Planeación, Evaluación y Coordinación de Pemex, resaltó la necesidad de dar mantenimiento a los ductos existentes y expandir el sistema en forma de red, con el objetivo de tener rutas redundantes que abastezcan distintas zonas del territorio nacional.

A pesar de que actualmente existen tramos de conexión como Tula-Azcapotzalco y Salina Cruz-Minatitlán que están siendo operados por autotanques ante el cierre aún operante de sus respectivos ductos, los expertos no ven en estos “ductos virtuales” una solución definitiva a los problemas de infraestructura nacional.

Los ductos rodantes son sólo una opción que implica costos logísticos elevados, por lo que la opción más barata y óptima es la de los ductos, señaló Apunte-Aguirre, quien además resaltó que la adopción de la alternativa rodante surgió como respuesta a una necesidad latente, y que funciona principalmente por las ineficiencias del sistema tradicional.

Otro de los grandes problemas de garantizar la disponibilidad de combustible, también relacionada con la escasa infraestructura, es la falta de instalaciones de almacenamiento. La capacidad nacional, hasta hace un año, era de alrededor de 34.4 millones de barriles, lo que deja al Valle de México con una reserva de gasolina magna de alrededor de tres días.

Los ductos rodantes tienen un buen récord de seguridad, y empresas operadoras expresaron que arriba del 99% de sus envíos llegan a su destino sin ser intervenidos.

Mientras tanto, el Gobierno Federal sigue combatiendo una creciente cantidad de piquetes a los ductos de Pemex y, apenas la semana pasada, anunció que utilizará planchas de concreto en su intento por combatir esta práctica.