La secretaria de Energía, Rocío Nahle, presumió este fin de semana la llegada de los primeros equipos para Dos Bocas. Se trata de cuatro desaladoras que, pese a lo mencionado por la funcionaria, no son equipos críticos para el funcionamiento de una refinería, por lo que no acercan al complejo a su meta de inauguración de julio de 2022.

El retraso es tal que existe la posibilidad de que Dos Bocas no pueda funcionar como refinería durante lo que resta del sexenio.

“El proyecto se mantiene como ‘potencial’. Al momento no es algo que se pueda dar por hecho porque no ha habido un avance que pudiera establecer una materialización sólida. Los equipos que se encuentran contratados y en proceso de fabricación o instalación no representan un avance para procesos de refinación”, explicó Érick Sánchez Salas, Business Developer de IHS Markit.

Dentro de la industria de la refinación, las desaladoras son consideradas un equipo de acondicionamiento, que se encuentra en sistemas de transporte y comercialización de hidrocarburos, y no se considera un equipo relacionado a un proceso de refinación.

Esto facilita los procesos de compra, pues no se trata de un equipo especializado.

Las fraccionadoras, hidrodesulfuradoras, y otros equipos relacionados estrictamente con la refinación, no son productos que los fabricantes tengan en inventario, por lo que los procesos de compra resultan más largos, señaló el experto.

Algunos de los equipos críticos del proceso requieren periodos de hasta 30 meses entre la firma de un contrato de fabricación y la entrega. Además, los procesos de instalación y las pruebas previas a la puesta en marcha deberían durar al menos otros seis meses tras la instalación de la última pieza del sistema.

“No hay un plan público que haga pensar que equipos críticos de proceso estén en fases de fabricación y mucho menos a punto de ser instalados o entregados para pruebas en el sitio”, dijo Sánchez Salas.

El experto señaló que la adquisición de estos equipos representa inversiones muy grandes que el gobierno o los proveedores ya hubieran hecho públicas si hubieran ocurrido.

Esto quiere decir que Dos Bocas no sólo no estará lista para la fecha estimada, sino que existe un riesgo real de que no pueda ser operativa antes de que acabe el sexenio, al menos no como refinería.

Para que la refinería tuviera sentido también tenían que ocurrir cosas desde el primero de diciembre que no han sucedido, según David Rosales, analista del sector.

“La primera es un programa real y bien definido de licitaciones públicas internacionales que le dieran viabilidad al proyecto. La segunda es claridad de dónde vendrá el crudo con el que se va a abastecer Dos Bocas, lo que tampoco ocurrió”.

Rosales dijo que se acabará teniendo una instalación de transformación industrial donde puede haber almacenamiento, separación y otras actividades, cuyo uso final podría ser decisión de la administración subsecuente.

“En Dos Bocas de todos modos hace falta más almacenamiento de crudo para mandar a refinación y se podría poner ahí (en las instalaciones de la refinería). Hay cosas que se van a poder ir utilizando, como la desaladora de crudo, si es que ya están y pueden ser aprovechadas, que no es lo mismo que utilizarlas para los propósitos que se tenían contemplados”, destacó.