La deuda de corto plazo de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) ascendió a 31,436 millones de dólares al cierre de septiembre, lo que significó un crecimiento de 51.9% en comparación con el mismo mes del año previo.

Se trata del monto más elevado para un periodo similar en al menos la última década, de acuerdo con los reportes financieros de la empresa.

Del total, 15,200 millones corresponden a amortizaciones; 800 millones a esquemas de cadenas productivas y factoraje; 9,500 millones a líneas revolventes en proceso de refinanciamiento; 4,700 millones a monetización de bonos del gobierno federal y 1,230 millones a intereses devengados, dijo Alberto Jiménez, gerente de Financiamientos e Inversiones de Pemex en conferencia con analistas.

La deuda de corto plazo representa el 29.7% del pasivo total de Pemex al tercer trimestre, 10 puntos porcentuales más que en 2022.

Deuda total de Pemex, con ligero avance

La deuda de largo plazo representa el 70.3% restante, al sumar 74,400 millones de dólares, un monto que significa una disminución anual de 11.8% y la tercera reducción al hilo para este apartado en un periodo similar.

El saldo nominal de la deuda de Pemex a septiembre fue de 105,836 millones de pesos, lo que representó un incremento anual de 0.8%.

Al respecto, Carlos Cortez, director corporativo de Finanzas de la estatal, indicó que al cierre de año prevé que se ubique por debajo de los 105,792 millones de dólares que se registraron al cierre de la administración pasada.

Pemex debe cubrir 1,500 millones de dólares en los últimos meses de este año, entre los que se incluyen 700 millones de vencimientos de bonos. Mientras para el próximo año los vencimientos son por 10,900 millones.

Carlos Cortez, director corporativo de Finanzas de la estatal, comentó que las obligaciones del próximo año serán cumplidas gracias a la aportación de capital de 145,000 millones de pesos que contempla transferirle el gobierno en el proyecto del presupuesto para el próximo año y la reducción del Derecho de Utilidad Compartida (DUC) a 30%.

A lo largo del sexenio actual, la petrolera ha sido firmemente respaldada por el gobierno, principalmente mediante transferencias de capital y menor carga fiscal, con el objetivo de fortalecer a la empresa e impulsar la autosuficiencia energética.

“Pemex sería una empresa tan rentable como otras si le aligeramos la carga fiscal y le quitamos la de la deuda”, afirmó el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio cuando compareció en el Senado en octubre.

Pero si bien la reducción de la carga fiscal es positiva para la empresa al brindarle liquidez, representa una presión adicional en las finanzas públicas del país y despierta dudas sobre la capacidad de continuarlo.

“Esperamos que el flujo de caja de Pemex y métricas de crédito seguirán siendo débiles durante los próximos tres años a medida que aumente la producción de combustible mientras lidia con poco capital para invertir, elevados vencimientos de deuda y precios volátiles del petróleo y los combustibles. También esperamos que a la próxima administración le resulte cada vez más oneroso replicar el nivel de apoyo del gobierno actual”, dijo Moody’s en una nota de análisis en septiembre.

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