El impacto que el coronavirus tendrá en los sectores petroleros y de energía renovable se está volviendo cada vez más evidente. Podría tratarse de pérdidas millonarias que tarden más de tres años en normalizarse y que afectarían la curva de adopción que estaba favoreciendo a las tecnologías limpias.
“Se trata de una situación que no habíamos visto en mucho tiempo. Cerramos el año pasado en 50 dólares por barril y los meses más bajos estaban arriba de 40, con el Brent cerca de 70 dólares, y casi de un día para otro estamos a 20″, explicó Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México.
Sánchez dice que los mercados siempre han sido muy sensibles, y si esto fuera un choque temporal, no se hubiera llegado a estos precios, por lo que no se ve una recuperación en el corto plazo.
Goldman Sachs ha calculado que el consumo de petróleo a nivel mundial ha caído a razón de ocho millones de barriles diarios, por lo que pronostica que el precio del Brent llegue a 20 dólares por barril durante el próximo trimestre.
British Petroleum ya ha anunciado que recortará sus gastos en un 20% y ExxonMobil anunció que los recortará “de forma significativa”.
IHS Markit, por su parte, calcula que los precios del crudo no rebasarán los 40 dólares por barril hasta al menos 2023.
Un comunicado conjunto de la Agencia Internacional de Energía y la Organización de Países Exportadores de Petróleo estimó que los ingresos por petróleo y gas de “países vulnerables en desarrollo” podría caer entre 50% y 85% en lo que resta del año, lo que los colocaría en su nivel más bajo en dos décadas.
El texto indicó también que el impacto de estas pérdidas podría tener consecuencias graves en las áreas de salud y educación.
La baja en los precios de hidrocarburos podría desincentivar también la demanda de energías limpias.
Un estudio realizado por BloombergNEF estimó que 2020 será el primer año que presente una contracción en el crecimiento de la energía solar desde finales de los años 80. La energía eólica, por su parte, seguirá teniendo un año récord, pero no será suficiente para alcanzar los números que se pronosticaban a principio de año.
Elie Villeda, analista del sector energético, explicó que la energía solar se verá más impactada porque el 90% de su manufactura y materia prima proviene de China, mientras que los insumos de la energía eólica se encuentran más diversificados.
“Estás hablando de toda una cadena de suministro afectada por un tema de fuerza mayor. La primera reacción fue [revisar la existencia] de stock, pero ahora ya se está analizando el impacto directo a proyectos específicos que se tienen un peso mayor. El impacto a las finanzas públicas, a la disponibilidad de mano de obra y de insumos necesarios es considerable”, explicó Villeda.
El experto destacó que, en una situación mundial como la actual, los proyectos de generación eléctrica difícilmente son considerados como primera necesidad, y estimó que los parques que habían planeado el inicio de su construcción durante marzo y abril sufrirán retrasos.
La desaceleración económica también podría impactar la adopción de generación distribuida en techos comerciales o residenciales, uno de los grandes impulsores de la energía solar. Esta situación es especialmente preocupante en países como México, donde los incentivos para la adopción no son suficientes.
“Creo que va a ser el momento cuando las energías renovables subsistirán porque hace sentido económico, y no por promoción de gobierno con incentivos fiscales o tarifas subsidiadas (…) Si el precio del petróleo sigue abajo puede tener sentido construir una planta de combustóleo, pero a muy largo plazo sigue siendo mejor la alternativa renovable, y así se tendrán que evaluar los proyectos”, destacó.