En noviembre se confirmó la compra de Zuma Energía por parte de SPIC, una empresa estatal china dedicada a la inversión en la industria energética. No es la primera inversión del gigante asiático en Latinoamérica, y podría ser una señal de que China está dispuesta a ser paciente para recuperar su inversión, al tiempo que utiliza México como un ancla más para expandir su hegemonía mundial en la industria energética.

“China ha mantenido una política de salir del país e invertir en otros países. México es una buena puerta para Latinoamérica, pero no es la primera que han tocado, porque tienen presencia en Brasil y Chile”, señaló Andrea Arias, consultora en energía.

“Esta visión de mercado les ha permitido tener presencia en todo el mundo, porque además tienen un plan que no cambia cada sexenio como el mexicano”.

La experta destacó que la intención de expansión de las empresas chinas del sector energético comenzó principalmente en Asia y África, pero México ya formaba parte de este plan, lo que se había demostrado con la participación de empresas de aquél país en las rondas petroleras y subastas energéticas de largo plazo.

La incertidumbre provocada por los cambios regulatorios en el sector energético, y la crisis provocada por la pandemia de coronavirus podrían haber sido también alicientes para acelerar la inversión china en territorio mexicano.

“Es parte de la cultura china ver la oportunidad en la crisis, como ocurrió en 2008. Eso lo puede hacer porque es capaz de atraer inversiones a su territorio y así ahorrar para apoyar las operaciones de sus compañías en el extranjero.

En México, ellos se están yendo con una compañía ya instalada que puede tener más futuro, pero ellos pueden ser pacientes con ese futuro”, señaló Arias.

Arias destacó además que las empresas chinas tienen un papel importante en la cadena de suministros de las energías renovables, por lo que un impulso a sus empresas encargadas de grandes proyectos representa también grandes compras a otras empresas chinas más abajo en la cadena.

La compra de Zuma facilita también que China aproveche los acuerdos internacionales firmados por México, además de que representan una buena ubicación geopolítica para competir con Estados Unidos, sobre todo frente a una posible expansión a Centroamérica.

SPIC tiene el objetivo de tener 8 GW de generación instalada en el mundo, por lo que la compra de Zuma, que tiene 818 MW, es un impulso inmediato para la consecución de este fin.

Zuma, además, representa una operación altamente funcional, que ha cumplido sus compromisos con el gobierno mexicano en tiempo y forma, por lo que no debería tener problema en expandir su alcance hacia Sudamérica, consideró Víctor Ramírez, analista del sector.

“Zuma fue el mayor ganador en la segunda subasta de energía eléctrica de largo plazo, y no solamente para lograr adjudicaciones, sino para entregar en tiempo y forma y tener operando sus proyectos. Muy probablemente tiene todas las capacidades técnicas y humanas para competir en territorios como Colombia, que tienen subastas muy atractivas en el futuro cercano”, dijo el experto.

Las cifras de la adquisición no son públicas, pero Ramírez señaló que SPIC es una empresa con un alto poder adquisitivo, y que la posición de Zuma todavía le permitiría seguir creciendo, por lo que se puede inferir que la oferta de la empresa estatal china fue bastante atractiva, al menos en el contexto de la pandemia.

Finalmente, Arias destacó que compras como estas pueden ser utilizadas como trampolín para la generación de empleos y para incentivar el contenido nacional, además de capacitar a la población en actividades específicas y habilidades técnicas, tal y como lo hizo China cuando abrió su propio mercado.