Los mercados accionarios de Estados Unidos se han vuelto adictos al dinero de la Reserva Federal, que ha impulsado su desempeño. Pero las consecuencias pueden salir caras.

En las últimas 20 semanas, la Fed ha agregado 415,904 millones de dólares (casi medio billón de dólares) a su hoja de balance y todo indica que esto no frenará, al menos en el corto plazo.

Desde el 25 de octubre de 2019, los principales índices accionarios de Estados Unidos promedian un rendimiento de 10%, donde destaca el Nasdaq Composite, que integra a empresas tecnológicas, con un alza de 14%.

“Los sistemas financieros modernos se han vuelto dependientes de las hojas de balances de los bancos centrales”, escribió Michael Howell, director de CrossBorder Capital, en una columna en el Financial Times. Al 15 de enero, el total de activos de la hoja de balance de la Fed era de 4.18 billones de dólares.

El total de activos ha venido en ascenso desde la crisis hipotecaria de Estados Unidos de 2008, cuando rompió la barrera de los 2 billones de dólares hasta llegar a un máximo de 4.52 billones de dólares en enero de 2015.

El balance de la hoja de la Fed, al igual que la de cualquier otro banco, está constituido por activos y pasivos. Cuando se puso en marcha el alivio monetario, mejor conocido por Quantitative Easing (QE), un programa de compra de bonos para inyectar dinero y estimular la economía, el tamaño de su balance se incrementó.

En el lado del activo se contabiliza el valor del bono comprado y, en el del pasivo, la deuda contraída por esa compra.

En Estados Unidos, el QE tuvo tres fases; el programa inició en noviembre de 2008 y terminó en octubre de 2014, y consistió en la compra de bonos del Tesoro y bonos hipotecarios, conocidos como MBS.

Si bien los mercados accionarios han gozado de rendimientos de triple dígito desde finales de 2008, donde destaca el Nasdaq con un incremento de 500%, la inyección de dinero traerá consecuencias.

La inyección de liquidez de los bancos centrales termina afectando la demanda por activos, al haber más dinero aumenta la demanda. Eso, por supuesto, distorsiona la percepción de riesgo

Gregorio Gandini, analista independiente de mercados.

La distorsión en la percepción de riesgo, a su vez, trae otras complicaciones, como colapsos en los mercados accionarios.

Una creciente ola de liquidez flota en muchos barcos, pero sabemos por experiencia que los mercados de activos alimentados por liquidez generalmente terminan mal, como lo hicieron en 1974, 1987, 2000 y en 1989 en Japón

dijo Howell.

Entre el año 2000 y 2002, los índices estadounidenses se derrumbaron, en promedio, 45%, incluso el Nasdaq cayó 67% hasta las 1,335.51 unidades. Hoy, el NASDAQ está cerca de los 8,600 puntos.

De momento, es difícil que la Fed se comprometa a reducir su hoja de balance dado que es el año de las elecciones presidenciales. “Lo más probable es que lo haga poco a poco, pero de una forma más discreta y no como QE”, comentó Gandini.