El petróleo mexicano vive un momento de recuperación en los mercados internacionales, pero puede traer presión a las finanzas públicas, en momentos en los que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ya prevé una menor recaudación.

En lo que va del año, el precio de la mezcla mexicana de exportación ha aumentado 43%, el miércoles cerró en 64.09 dólares por barril, su segundo nivel más elevado del año.

Un dólar débil, menores temores de una desaceleración económica pronunciada, la caída en la producción de países como Venezuela y la determinación de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de mantener sus niveles de extracción actual han permitido a los precios crudo avanzar con fuerza este año.

Hacienda elevó la estimación del precio promedio de la Mezcla Mexicana de 55 a 57 dólares para este año, en medio de una menor proyección para la producción de petróleo por parte de Pemex.

Un incremento del precio del petróleo se vuelve para México un arma de doble filo. En la parte positiva, el gobierno recaudaría más dinero y se vería reflejado en la parte de ingresos petroleros.

Esa es una buena noticia. Fortalece las finanzas públicas y la capacidad flexibilidad del gobierno para crecer el presupuesto

Luis Miguel Labardini-Deveaux, socio en Marcos y Asociados, consultora especializada en materia energética.

En 2018, los ingresos petroleros sumaron 571,747 millones de pesos, su nivel más elevado desde 2014, de acuerdo con datos de Hacienda. El año pasado, el precio promedio de la mezcla mexicana fue de 62 dólares por barril.

Del lado negativo, si el petróleo sigue en ascenso, provocará que los precios de los combustibles como la gasolina y el diésel también se incrementen y con esto el gobierno tendría que aumentar el estímulo al IEPS si quiere aminorar su impacto, lo que puede desequilibrar las finanzas públicas.

Hasta hace un mes, el estímulo fiscal a las gasolinas lo movía el gobierno sin restricción, ahora, está anclado el incremento del precio de la gasolina a la inflación.

Si se dispara el precio de la gasolina, el estímulo tendrá que ser mayor para que su precio no aumente más que la inflación y se traducirá en una menor recaudación de impuestos para el país

Adrián García, coordinador de Ingresos e Impuestos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

Uno de los antecedentes más sonados por tema de subsidio elevado se dio en 2012. Hace seis años, el precio de la mezcla mexicana de exportación promedió 102 dólares por barril y los ingresos petroleros marcaron un máximo de 923,285 millones de pesos. Así, de cada peso que el gobierno recaudó, 44 centavos fue gracias al petróleo.

El problema fue que el Estado destinó 220,000 millones de pesos a subsidios de la gasolina, equivalente a 1.4% del PIB, de acuerdo con información del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

“Los recursos extraordinarios que vienen de un aumento del precio del petróleo pueden tener un mejor uso que el subsidiar los combustibles, pero si hay un compromiso de subsidiar más allá de la inflación van a tener que estar dedicando una parte importante de ese excedente para cubrir el déficit que se genera por la reducción en el IEPS”, dijo Labardini-Deveaux.

La gasolina es uno de los productos que pagan el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS). En 2018, la recaudación por IEPS en gasolinas y diésel sumó 187,666 millones de pesos.

La administración federal está decidida en mantener un precio de 19.50 pesos por litro para la gasolina y no van a permitir que suba más de eso

Ramsés Pech, consultor de Caraiva y Asociados.

A futuro, la proyección es que el precio del petróleo se mantenga en los niveles actuales e incluso retroceda. De acuerdo con estimaciones de analistas consultados por FocusEconomics, el precio del crudo referencial WTI rondará los 60 dólares por barril en los próximos trimestres. Este miércoles cerró en 64.47 dólares.

Pese a ello, estimaciones como las de Standard Chartered ven al crudo en 73 dólares para finales del año.