Todas las historias tienen un principio y un fin, como la del dinero barato que inyectó la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en los mercados financieros para revivir a la economía.
En 2008, Estados Unidos se sumergió en la crisis económica y financiera más profunda desde la Gran Depresión. Para activar a la principal economía del mundo, la Fed implementó herramientas no convencionales.
No solo llevó sus tasas de interés a mínimos históricos (0%), también inyectó liquidez gracias a un programa de estímulos para comprar deuda pública a modo de inversión, lo anterior se llamó Quantitative Easing (QE).
Las compras de deuda pública (bonos) tocaron su punto más alto el 14 de enero del 2015, al llegar a 4.5 billones de dólares (equivalente a cuatro veces la economía mexicana).
Mientras la Fed bajaba sus tasas y aumentaba el QE, los mercados accionarios celebraban con máximos históricos y rendimientos que se acercaron al 200%.
El QE provocó que la demanda y el precio de los bonos estadounidenses (treasuries) subiera y la tasa de rendimiento disminuyera.
El aumentar el precio de los treasuries hizo que otros activos -como acciones o deuda de empresas- lucieran más baratos, y por tanto, más atractivos, de acuerdo con un estudio de BBVA. El S&P 500 -uno de los índices más representativos de Estados Unidos y el mundo- marcó un rendimiento de 196% de finales del 2008 al 2017.
Más de una década después de tasas bajas y QE elevados, los estímulos se han reducido y el mercado lo empieza a resentir.
A medida que la Fed vaya retirando la liquidez (y colocando bonos), los mercados tendrían que ir a la baja, de acuerdo con Guillermo Delgado, director de Operaciones en Black Wallstreet Capital. “Ahora veremos qué tan sólido está el mercado para que se estabilice”.
La turbulencia
Desde finales del 2017, la Fed ha reducido su hoja de balance en 390,000 millones de dólares (-8.77%), aunque su total de activos aún es elevado. Al 2 de enero del 2019, la Fed tenía activos por 4.058 billones de dólares. En el mismo lapso, el S&P 500 sufrió un ajuste de 5.30%
Aunque el ajuste del índice estadounidense no llega a doble dígito, la volatilidad que ha generado en el mercado es elevada. Desde el punto más bajo hasta el punto más alto del 2018, el S&P 500 se desplazó 24.65%, lo que no sucedía desde el 2013.
El año pasado, en cinco ocasiones el índice cerró con caídas de por lo menos 3% en una jornada, algo que no pasaba desde el 2011.
Prolongar el QE puede impactar en la economía. Un aumento de los precios, menos capacidad de compra de familias y empresas y “puede reducir el efecto positivo del programa, los inversionistas podrían exigir una mayor rentabilidad para cubrir ese riesgo de inflación”, dice el estudio de BBVA.
“La reducción del estímulo es sano para el mercado en el largo plazo”, dijo Ezequiel Quiroz, analista de La Venta Advisors.
Aunque la Fed está recortando los estímulos (y con ello la liquidez) no puede ser muy agresiva porque generaría un caos en el mercado y puede meter en conflictos, en especial, al mercado financiero, comentó Delgado.