Impulsado por la pandemia, el mercado del cannabis legal, con los productos relajantes CBD, está en pleno auge en el Reino Unido, en sintonía con el mundo, donde el cultivo de esa planta tiene un gran desarrollo a pesar de normas legales restrictivas.

El CBD (cannabidiol), al que se le atribuyen efectos relajantes o contra el estrés, está de moda, a pesar de interrogantes sobre su eficacia.

Esta sustancia suele venderse en forma de extractos o de aceite y es uno de los principios activos del cannabis no psicotrópico, a diferencia del THC (tetrahidrocannabinol).

En el Reino Unido, el CBD puede comprarse en cadenas tan conocidas como Boots o Holland & Barrett, especializada en productos naturales.

Se espera que, en 2021, el sector genere ventas de 690 millones de libras en el Reino Unido, según la organización del sector ACI (Association for the Cannabinoid Industry).

Y podrían alcanzar los 1,000 millones de libras en 2025, estimaba a principios de 2020 el gabinete de consultoría británico Savills, que en 2018 calculaba en unos 250,000 los consumidores de CBD.

El cannabis, en la Bolsa 

El mercado del “bienestar” es más importante que el del cannabis para uso terapéutico, disponible con receta para algunas patologías. El cannabis recreativo, en cambio, no está autorizado.

En el caso del CBD destinado al público en general, se ha “convertido en el segundo mercado del mundo” en Reino Unido, explicaba Steve Moore, cofundador de la ACI en un informe publicado en mayo, donde mencionaba “la revolución tranquila” del cannabis.

Un indicio de que el mercado se está abriendo lo trae el hecho de que las empresas especializadas en el cannabis terapéutico o en productos derivados del aceite del cannabis pueden cotizar en la Bolsa de Londres.

Pero, si el Reino Unido es puntero en Europa, esto se debe a la “fascinación” de su población “por Estados Unidos”, el mayor mercado del mundo, y a “un marketing importante en estos últimos años”, comenta Steve Moore a la AFP.

Además, “la pandemia aumentó la demanda, con el estrés, los problemas del sueño, la ansiedad”, agrega Moore.

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Reino Unido cuenta desde hace poco con un marco reglamentario destinado a dar garantías a los clientes sobre la calidad de los productos. Hasta ahora, algunos aceites podían no tener ni rastro de CBD o, al contrario, contener THC.

La agencia de seguridad  alimentaria (FSA, Food Standards Agency) considera al CBD como un “nuevo alimento”, en concordancia con una decisión de la Unión Europea de 2019. Pero, en su página web, reconoce que todavía quedan incógnitas por resolver sobre sus efectos.

“Todavía no hay pruebas evidentes de que el CBD funcione para todos los problemas de salud en los que se supone que tiene efecto, salvo para algunos tipos de epilepsia”, explica a la AFP Sagnik Bhattacharyya, profesor de Psiquiatría del King’s College de Londres.

A causa de ello, la comunicación y la publicidad de esos productos están muy reglamentadas. 

El cultivo, otro desafío

Aunque cultivar cáñamo o cannabis sea posible, la ley obliga a destruir las flores o cogollos, las partes más nobles que albergan la sustancia psicoactiva.

A los fabricantes de CBD la única opción que les queda es importar el aceite de Estados Unidos y de Europa.

“Es difícil de entender, sobre todo en una era posbrexit, por qué es legal importar CBD, pero producirlo está prohibido”, subraya Louise Motala, directora de Bridge Farm, una explotación que, si bien tiene permiso para cultivar cannabis, no puede utilizarlo tanto como a ella le gustaría. 

Pero, pese a estos desafíos, los profesionales, como Oliver, no pueden dejar de sorprenderse del camino recorrido en unos cuantos años por una planta que no siempre ha tenido buena reputación. 

“He visto cambiar la vida de miles de personas. Recuerdo los tiempos en los que el cannabis estaba completamente prohibido”, recalca.