Wuhan, ciudad de China epicentro del COVID-19, inicia su nueva normalidad.

Durante el fin de semana pasado, miles de chinos hicieron caso omiso al coronavirus y participaron en una macrofiesta de música tecno en un parque acuático en Wuhan.

El Maya Beach Water Park se llenó de gente y miles de personas bailaron al ritmo de la música electrónica, sin utilizar mascarillas.

El parque acuático volvió a abrir sus puertas en junio y tiene su capacidad limitada al 50%, según la prensa local, pero redujo el precio de sus entradas al 50% para las mujeres.

Las imágenes de la fiesta difundidas generaron críticas airadas en las redes sociales, en un momento en que la pandemia ha contagiado a casi 22 millones de personas en el mundo y el balance de decesos se acerca a 800,000.

Nueva normalidad no incluye mascarilla

Tras meses de aislamiento, los habitantes de Wuhan disfrutan el regreso a una vida normal, a tal punto que muchos de ellos no dudan en dejar la mascarilla.

La metrópolis de 11 millones de habitantes vivió un duro encierro de 76 días, finalmente levantado a comienzos de abril. Pero con la casi desaparición de la enfermedad en la totalidad de China, el movimiento se ha adueñado de las calles. 

Hasta el 17 de agosto, China tenía 89,700 casos confirmados de COVID-19 y 4,710 fallecimientos, según la Organización Mundial de la Salud.

Del total de casos, 612 se registraron durante la última semana y 22 fallecimientos.

Miles de wuhaneses hacen fila todas las mañanas frente a caravanas que venden desayunos. Una escena que contrasta con la multitud que acudía en masa a los hospitales de la ciudad durante el invierno, angustiados por el coronavirus.

Mientras que la mascarilla es obligatoria en Berlín y en París, en Wuhan, el objeto es símbolo de la pandemia, así como los trajes completos y los anteojos de seguridad, dejan su lugar a las sombrillas y los anteojos de sol. Estos últimos días las temperaturas alcanzaron los 34 grados.

Los turistas volvieron y se fotografiaron sonrientes frente a la Torre de la Grulla Amarilla, uno de los monumentos emblemáticos de Wuhan, con sus artesanías rojas y naranjas.

Los cines en casi todo el país, ciertos parques, librerías y museos volvieron a abrir sus puertas, pero limitando el número de visitantes a la mitad, según BBC.

Las autoridades autorizaron eventos multitudinarios y las imágenes del festival de música parecen confirmarlo.

Economía afectada

No obstante, el retorno a la normalidad no es completo y la actividad económica continúa afectada.

La primera mitad del año, solo reactivamos ciertos proyectos que estaban previstos antes de la epidemia. El volumen de negocio se vio fuertemente reducido,

explica Hu Zeyu, empleado de una agencia inmobiliaria.

Lo mismo le ocurrió a Yang Liankang, dueño de un puesto de comida. La actividad se reactiva lentamente y las ventas cotidianas pasaron de alrededor 300 yuanes (43 dólares) el mes pasado a más de 1,000 yuanes (143 dólares) actualmente.

“Pero no van tan bien como imaginé”, señala.

Muchas de las primeras personas contaminadas en Wuhan  trabajaban en el mercado de productos frescos Huanan, que fue cerrado por las autoridades a comienzos de enero. 

Dejado al abandono detrás de altas rejas azules, no ha reabierto. Algunos vendedores instalaron sus puestos más lejos. 

Después del desconfiamiento, Wuhan se tomó el tiempo de recordar su traumatismo.

En el Museo de la Revolución, una exposición sobre el COVID-19 presenta objetos representativos de la lucha contra la pandemia. Los visitantes pueden observar trajes de cuerpo entero con dedicatorias que fueron usados por el personal sanitario durante la crisis.

Muchos wuhaneses aseguran ahora querer disfrutar del día a día.

Ahora disfruto de cada día como si fuera el último. No tengo ganas de preocuparme mucho,

declara Hu Fenglian, habitante de Wuhan.