Nota del editor: esta nota se publicó originalmente el 4 de mayo y se actualiza con las reuniones del 5 de mayo.

Los ministros de Relaciones Exteriores del G7 se comprometieron este miércoles a trabajar con la industria para expandir la producción de vacunas contra el COVID-19, pero no llegaron a pedir una exención de los derechos de propiedad intelectual de las empresas farmacéuticas.

“Nos comprometemos a trabajar con la industria para facilitar la fabricación ampliada de vacunas para el COVID-19 de forma asequible, además de terapias, diagnósticos y sus componentes”, dijeron los funcionarios en una declaración conjunta.

Los ministros dijeron que el trabajo incluirá “promover asociaciones entre empresas y fomentar acuerdos de transferencia de tecnología y licencias voluntarias en términos mutuamente acordados”.

Apoyo financiero a programa Covax

Los ministros también se comprometieron a apoyar financieramente el sistema de repartición de vacunas Covax, destinado a los países que no tienen acceso a los fármacos anticovid, “para pemitir una distribución rápida y equitable”.

En su comunicado final, los ministros de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón aseguraron “reconocer que es necesario una financiación suficiente” para esa alianza internacional, liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Critica a China, Rusia e Irán

El grupo de las siete principales economías mundiales además criticó a Rusia por su “actitud irresponsable” y exigió a China “respetar los derechos humanos” tras cerrar su primera reunión de ministros de Relaciones Exteriores presencial en casi dos años.

En su comunicado final, los ministros del G7 también reclamaron además a Irán que libere a las personas con doble nacionalidad detenidas de forma “arbitraria”.

Unidad frente a China

El martes, los ministros comenzaron a analizar cómo dar respuestas conjuntas a amenazas mundiales como China.

Las situaciones en Rusia, Birmania, el Sahel o Siria figurarán también en la agenda de dos días de conversaciones organizadas por el Reino Unido, que este año preside del grupo, antes de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno prevista del 11 al 13 de junio en Inglaterra.

Tras una cena de bienvenida el lunes, centrada en los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, los ministros iniciaron el martes contactos formales en Lancaster House, en el oeste de Londres, dándose la bienvenida con codazos amistosos.

El G7 dedicó la primera sesión a China, cuyo creciente peso militar y económico, y voluntad de ejercer su influencia fuera del país, preocupa cada vez más a las democracias occidentales.

“No es nuestro propósito intentar contener a China”, dijo el lunes a los periodistas el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.

Lo que intentamos hacer es mantener un orden internacional basado en normas en el que nuestros países han invertido tanto durante tantas décadas en beneficio, diría yo, no sólo de nuestros propios ciudadanos, sino de la gente de todo el mundo, incluida, por cierto, China,

aseguró Blinken

Blinken prometió una “sólida cooperación” con el Reino Unido para presionar a Pekín sobre la región de Xinjiang, donde la reclusión de un millón de uigures y otros musulmanes ha sido calificado de genocidio por Washington, y sobre la represión de los derechos civiles en Hong Kong, excolonia británica devuelta a soberanía china en 1997.

Trabajar con China

Pese a la creciente tensión diplomática entre Londres y Pekín, el ministro de Exteriores de Reino Unido, Dominic Raab Raab se alineó con el gobierno de Joe Biden, que ha cambiado el tono respecto a la postura beligerante del expresidente Donald Trump.

Raab pidió “encontrar formas constructivas de trabajar con China de una manera sensata y positiva donde sea posible”, incluyendo el cambio climático.

Queremos que China asuma el papel que le corresponde,

dijo Raab

Los países del G7 -entre los que se encuentran también Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón- comparten en su mayoría la preocupación por China, pero con enfoques diferentes.

Tokio tiene tensiones históricas con Pekín pero se ha abstenido de unirse a los países occidentales con sanciones, por temor a inflamar las relaciones con su gigantesco vecino y socio comercial.

La Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean) participa como invitada en el encuentro junto a India, Australia, Corea del Sur, Sudáfrica y los representantes de la Unión Europea, entre ellos el jefe de su diplomacia, el español Josep Borrell.

“La presidencia británica del G7 es una oportunidad para aglutinar a las sociedades democráticas y abiertas y dar muestras de unidad en este momento tan necesario para enfrentar los desafíos comunes y las amenazas crecientes”, afirmó Raab en un comunicado.

En esta primera reunión física de cancilleres del G7, los encuentros se realizan siguiendo un estricto protocolo debido a la pandemia, con delegaciones reducidas, mascarillas, distancia física y mamparas transparentes.

Reino Unido, que registró más de 127,500 muertos confirmados por COVID-19, está progresivamente levantando su tercer confinamiento, impuesto desde enero, a medida que avanza la campaña de vacunación y que los contagios disminuyen, pese a que otros países viven un recrudecimiento.

Estas disparidades han generado llamados a favor de una acción internacional reforzada, en particular un acceso mayor a las vacunas.

“Ninguno de los desafíos a los que nos enfrentamos los puede superar eficazmente un solo país que actúe en solitario, ni siquiera Estados Unidos o el Reino Unido”, afirmó Blinken el lunes en rueda de prensa conjunta con Raab.

Desde su salida de la Unión Europea el año pasado, Reino Unido ha vuelto su mirada hacia la región Asia-Pacífico.

También desea compromisos mundiales más amplios y más contundentes en materia de la lucha contra el cambio climático y se prepara para albergar la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático, la COP26, en noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow.

Con información de AFP y Reuters