Tras la repentina muerte del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, en un accidente de helicóptero este domingo, ha surgido en Medio Oriente y en el mundo la incertidumbre sobre el futuro de un país que enfrenta un profundo declive económico, descontento popular y la amenaza constante de la guerra.

De acuerdo con medios iraníes, el helicóptero que transportaba al presidente Raisi y al ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amirabdollahian, tuvo que realizar un aterrizaje forzoso mientras regresaba de Azerbaiyán en medio de malas condiciones climáticas, lo que provocó que la aeronave se estrellara y que ambos funcionarios fallecieran.

Ante ello, los ojos del mundo están puestos en lo que viene para la potencia de Medio Oriente, que alberga a casi 90 millones de personas y cuyo gobierno ha sido acusado de respaldar a varios grupos armados regionales, entre estos Hamás de Gaza, la milicia chiita libanesa Hezbolá y los hutíes de Yemen.

Algunos analistas prevén un buen grado de continuidad, aunque también esto podría representar una oportunidad para que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán obtenga aún más control sobre la dirección política del país.

Este incidente se produce en un contexto de tensiones extremadamente altas en la región, que ya está al límite debido al conflicto en curso en Gaza y los recientes intercambios militares entre Irán e Israel

dijo Sina Toossi, analista de Irán e integrante del Centro de Política Internacional.

“También hay una creciente retórica entre los funcionarios iraníes sobre convertir el programa nuclear del país en un arma. Además, la sucesión del anciano líder supremo (Alí) Jamenei es un factor significativo en el panorama político de Irán, agravado por una crisis de legitimidad que enfrenta la República Islámica. La muerte de Raisi contribuiría a una situación ya volátil”, agregó.

Elegido en el verano de 2021 en medio de la participación electoral más baja jamás celebrada en unas elecciones nacionales iraníes, Raisi era visto como un potencial sucesor del líder supremo de la República Islámica de 85 años. El restante contendiente para el puesto de líder más poderoso de Irán es Mojtaba Khamenei, el hijo del líder supremo.

Su muerte ahora pone en marcha un proceso de sucesión preestablecido que faculta al actual vicepresidente Mohammed Mokhber para asumir la presidencia interina y celebrar elecciones dentro de los próximos 50 días.

Las elecciones en Irán se consideran no libres, ya que el poderoso y ultraconservador Consejo de Guardianes decide en última instancia quién puede aparecer en las papeletas en primer lugar.

La relación de Irán con Israel y Estados Unidos

Irán se ha negado a tener relaciones diplomáticas formales con Estados Unidos y ha rechazado reconocer al Estado de Israel durante décadas, lo que lo ha llevado a padecer severas sanciones estadounidenses y occidentales. Los intentos de avanzar en las conversaciones para reactivar el acuerdo nuclear iraní fracasaron repetidamente durante el transcurso de la presidencia de Joe Biden.

En medio de la guerra en la Franja de Gaza, Israel e Irán han intercambiado bombardeos con misiles y drones, poniendo a la región en vilo y aumentando los temores de una guerra más amplia en el Medio Oriente.

La muerte de Raisi “llega en un momento difícil para Irán”, según Sanam Vakil, director del programa de Medio Oriente y África del Norte en Chatham House, pero el mundo aún debería esperar continuidad, ya que la presidencia iraní no es donde realmente reside el poder del estado.

El presidente es, en teoría, el segundo al mando dentro del Estado iraní, pero no tiene el mismo tipo de independencia y capacidad de maniobra que el presidente en democracias occidentales. Sirve a instancias del líder supremo de Irán

explicó Vakil.

“Tampoco tiene autoridad independiente para formular política exterior, así que su muerte se tratará más bien de ocupar su lugar y de encontrar a alguien que dé un paso adelante y que intervenga para mantener la cohesión dentro del sistema”, agregó.

La credibilidad ‘por los suelos’ del régimen iraní

La confianza pública en el gobierno de Irán se encuentra en un punto dramáticamente bajo. La participación electoral en los últimos años ha estado entre las más bajas en la historia de la República Islámica y las protestas por temas que van desde los derechos de las mujeres, hasta la corrupción y el suministro de agua.

“La salida de Raisi ofrece al régimen una especie de oportunidad, ya que sus fracasos en el cargo y su impopularidad general habían empañado su reputación dentro del sistema político”, escribió en una nota Gregory Brew, analista energético e iraní de la consultora de riesgos Eurasia Group.

Es probable que haya resistencia pública e incluso algo de violencia en respuesta a otras elecciones amañadas, aunque es poco probable que represente un desafío serio para las fuerzas de seguridad o el control del poder por parte del régimen”, añadió.

La participación en las urnas probablemente volvería a ser baja y el nuevo presidente “asumiría el cargo con muy poca legitimidad”, concluyó el analista.

Con información de CNBC

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