Los estadounidenses que vivían en los condados más pobres murieron de COVID-19 a una tasa que casi duplicó los niveles de letalidad de quienes vivían en los condados ricos, de acuerdo con un estudio publicado el lunes por un grupo de ayuda.
El estudio, basado en los datos sobre ingresos y muertes de más de 3,200 condados de Estados Unidos, muestra una brecha aún mayor en la letalidad con la aparición de la variante delta, la cuarta oleada desde el inicio de la pandemia, cuando las personas que vivían en los condados de menores ingresos murieron a un ritmo cinco veces mayor que las de mayores ingresos.
Los 300 condados con las tasas de mortalidad más elevadas tienen una tasa de pobreza media del 45%, y unos ingresos medios por hogar inferiores en 23,000 dólares a los de los condados con tasas más bajas.
Muchos de los 20 condados con mayores tasas eran zonas poco pobladas de Georgia, Texas y Virginia, según muestra el informe y un mapa con las tasas de mortalidad y los ingresos.
El abandono de la población pobre y de bajos ingresos en este país durante una pandemia es inmoral, escandaloso e injusto, especialmente a la luz de los billones de dólares que recibieron las entidades con ánimo de lucro
dijo William Barber, director de Poor People’s Campaign, un grupo activista que pretende corregir la desigualdad de ingresos en el país.
Sin garantizar servicios médicos para todos
Estados Unidos es la única nación rica que no garantiza los servicios sanitarios para todos, y fue testigo del mayor descenso de la esperanza de vida masculina durante la pandemia de COVID-19 de entre 29 naciones estudiadas por la Universidad de Oxford.
Más de 980,000 estadounidenses han muerto por el COVID, el mayor número de cualquier otro país del mundo.
Los expertos en salud pública afirman que las dudas de parte de la población sobre las vacunas, que dejaron sin inmunizar a una cuarta parte de los adultos estadounidenses, son probablemente la causa de cientos de miles de muertes que pudieron haberse evitado.
Con información de Reuters.