Mientras los ojos del mundo entero están atentos a la guerra comercial entre China y Estados Unidos, ambas naciones tienen una mayor confrontación: el desacuerdo sobre la política ‘One China’, de acuerdo con un reporte de Business Insider.
La política One China afirma que Taiwán no es una nación independiente, sino parte de China.
Esta idea se desarrolló durante la gestión del presidente Richard Nixon para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y China.
La idea es central para la identidad de China como una potencia mundial moderna, y desde que el presidente Donald Trump asumió el cargo, Estados Unidos ha desafiado esa noción repetidamente.
Washington está en camino de aprobar 2,000 millones de dólares en ventas de armas a Taiwán, según trascendió la semana pasada.
La medida muestra que la administración de Trump no trata de crear una atmósfera para las negociaciones comerciales, y sugiere que las disputas entre Estados Unidos y China son más probables que se dirijan hacia una escalada que a una resolución.
“Taiwán es lo que más les importa a los chinos. Cualquier cosa en la que Estados Unidos esté interfiriendo con Taiwán toca un tercer carril nacional (un área peligrosa de discusión)”, dijo Susan Thornton, exsecretaria de Estado adjunta de Estados Unidos para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico.
A pesar de las protestas de Pekín, Trump firmó el año pasado la Ley de Viajes de Taiwán, la legislación que permite conversaciones de alto nivel entre funcionarios estadounidenses y taiwaneses.
En mayo, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, se reunió con David Lee, uno de los principales funcionarios de seguridad de Taiwán.
La administración de Trump ha vendido armas a Taiwán al igual que las administraciones anteriores, pero la potencial venta por 2,000 millones de dólares excava una herida delicada.
Es una gran venta, incluso en un mundo donde las armas son cada vez más caras.
El jueves pasado, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Geng Shuang, instó a Estados Unidos a que detuviera la venta de armas a Taiwán a fin de evitar daños graves a las relaciones entre ambas naciones.
En enero de 2017 China aclaró su posición sobre Taiwán, consciente de que el entonces presidente entrante de Estados Unidos no estaba familiarizado con las complejidades de las relaciones entre Washington y Pekín.
“Debido a que este tema [de Taiwán] toca el interés central de China, de ninguna manera esto es algo que pueda ser negociado o usado como una moneda de cambio”, dijo a NBC Lu Kang, entonces vocero de Relaciones Exteriores.
Para los chinos, la independencia de la isla es tanto un resultado como un recordatorio del siglo de humillación de China, cuando el país fue dividido por potencias extranjeras y luego arrojado a décadas de caos y guerra civil después del final de la dinastía Qing.
Si bien la guerra comercial entre Estados Unidos y China que produjo una “guerra fría tecnológica” se ha apoderado de los titulares, se ha prestado menos atención a la escalada de las hostilidades en torno a la política de One China.
China ve la interferencia de Estados Unidos en Taiwán como una intrusión en su esfera de influencia. Y Estados Unidos ven la participación china en el Caribe de manera similar.