La designación de los candidatos a la cancillería de los Verdes, unidos y con viento a favor, y de los conservadores, debilitados por una guerra interna, lanzó la campaña electoral, plagada de incertidumbres, en la cual la imagen de una Alemania estable y previsible se difumina.
La canciller Angela Merkel, en el poder desde hace 16 años, que marcaron a su país y a toda Europa, dejará el gobierno después de las elecciones del 26 de septiembre.
A medida que se acerca el fin de su mandato, el paisaje político de Alemania se descompone poco a poco.
¿Una canciller verde?
Un sondeo difundido el martes por RTL-ntev cayó como una bomba al señalar que, por primera vez, los Verdes lideran las intenciones de voto, con un 28% de apoyos, por delante de la Unión conservadora CDU-CSU, con 21%.
El viento a favor que parece soplar para los “Grünen”, los Verdes, se intensificó el lunes, con el nombramiento de Annalena Baerbock, de 40 años, como candidata para reemplazar a Angela Merkel.
Esta excampeona de salto de trampolín sin experiencia gubernamental representa un “nuevo punto de partida”, según el semanario alemán Der Spiegel.
Sin ocultar sus ambiciones, la nueva líder de los Verdes afirmó recientemente que quería dirigir el gobierno tras las elecciones.
Al decidir, sin luchas intestinas, entre sus dos copresidentes, Baerbock y Robert Habeck, los ecologistas alemanes han dado una lección de madurez, mientras que los conservadores mostraban de cara a los electores sus crudas diferencias internas.
Los recientes éxitos en las elecciones europeas de 2019 y los comicios regionales de marzo ayudan a que los Verdes dejen de lado sus rivalidades internas. Con el riesgo de que “la valentía de discutir y de argumentar que les ha caracterizado durante décadas se subordine ahora a la toma del poder”, advirtió el semanario Die Zeit.
Los Verdes usan la renovación como su as en la manga. Citan como ejemplos al presidente francés, Emmanuel Macron, o a la jefa de gobierno laborista neozelandesa, Jacinda Ardern, que llegaron al poder en torno a los 40 años.
Las semanas venideras se anuncian cruciales para la “imagen de Baerbock está forjándose dentro del electorado”, explicó el politólogo Thorsten Faas de la Universidad libre de Berlín, a AFP.
La pérdida de fuerza de los conservadores
La popularidad de Merkel y la gestión eficaz de los primeros meses de la pandemia parecían garantizar una reelección sin dificultad para los conservadores.
Pero el hartazgo de los ciudadanos tras más de un año de restricciones y las sospechas de corrupción en las compras de mascarillas de protección han hecho que la unión entre la CDU, el partido de Merkel y su hermano pequeño, el partido bávaro CSU pierda muchos apoyos, afirma Bild.
A esto se suma la guerra interna que opuso a Armin Laschet, presidente de la CDU, y con su rival bávaro Markus Söder, que es un político muy popular.
Los conservadores terminaron por apoyar a Laschet, que será su candidato el 26 de septiembre, pero este nombramiento, logrado in extremis y contra la opinión de gran parte de los militantes, tendrá sin duda consecuencias.
Por ejemplo, miembros del partido disgustados por elección de Laschet como candidato ya han devuelto su tarjeta de afiliados en varias regiones desde el martes.
Söder era el “candidato del corazón”, según sus allegados y ya dijo que apoyará sin fisuras y “sin rencor” a Laschet, pero los hechos no lo dejan tan claro y el mismo martes Söder ya se dirigió a los diputados de la CDU, “valientes, jóvenes y modernos”, que apoyaron su candidatura.
Los conservadores van a tener que construir además un programa de gobierno, una verdadera apuesta tras 16 años en el poder y en un momento en que incluso uno de sus pilares ideológicos, el “déficit cero” ha quedado pulverizado con la pandemia.
La pregunta es si defender la herencia de Merkel o iniciar una nueva página. “Y nadie sabe qué van a defender los conservadores una vez que Merkel no sea canciller”, afirmó Der Spiegel.
Las coaliciones
La política alemana ha estado dominada durante años por dos partidos: el conservador y el socialdemócrata. Pero la irrupción en 2017 de la extrema derecha en el parlamento marcó un punto y aparte.
El auge de los Verdes y su liderazgo en las intenciones de voto tornan posibles varias coaliciones en Alemania.
Los ecologistas podrían aliarse con los conservadores, como ya ocurre en algunas regiones, o girar hacia la izquierda y unirse con los socialdemócratas de Olaf Scholz y los liberales, e incluso la extrema izquierda Die Linke.