El descontento social de Bielorrusia escala de manera internacional después de que el presidente por 26 años, Alexander Lukashenko, resultara reelegido para un sexto periodo de gobierno.

El presidente ruso Vladimir Putin dijo estar dispuesto a enviar efectivos policiales a Bielorrusia si las protestas sociales, que llevan tres semanas, se vuelven más violentas. Mientras que el jefe de la diplomacia de la la Unión Europea (UE), Josep Borrell, pide a Rusia no intervenir.

Putin dijo en una entrevista televisada que Lukashenko le solicitó preparar un contingente policial para enviarlo a Bielorrusia en caso de necesitarlo. La cabeza del Kremlin comentó que él y su homólogo bielorruso coincidieron en que “no existe tal necesidad por ahora y espero que no se presente”, pero que en caso de que la situación se descontrole, la enviaría.

En tanto, Borrell insta al gobierno ruso de separarse del conflicto interno.

“Sólo al pueblo bielorruso le incumbe determinar su propio futuro. Si Rusia cree en la independencia y la soberanía de un Estado nación respetará los deseos y elecciones democráticas del pueblo bielorruso”, dijo.

Lukashenko acusó el 27 de agosto a sus países vecinos de injerencia en su asuntos al reclamar nuevas elecciones, en lo que llamó una “guerra híbrida” y “carnicería diplomática”. Acusó a Polonia de tener planes de anexar la región fronteriza de Grodno, por lo cual tuvo que enviar fuerzas adicionales a esta área.

Rusia y Bielorrusia tienen vínculos, políticos, económicos, militares, culturales e históricos estrechos, pues su ubicación geográfica es crucial que sirve como intermediario entre el occidente y oriente, además de un intermediario para sus exportaciones de energía a Europa.

Elecciones controvertidas

Lukashenko se enfrenta a las mayores movilizaciones desde que asumió el poder en Bielorrusia en 1994.

En el país se han dado manifestaciones multitudinarias para denunciar su triunfo en las pasada elecciones del 9 de agosto, porque la consideran fraudulentas tras acaparar 80% de los votos.

Los manifestantes creen que ganó su opositora Svetlana Tijanovskaia, refugiada en Lituania.

Por su parte, Estados Unidos y la Unión Europea sostienen que las elección no fueron libres ni imparciales y exhortan a las autoridades bielorrusas a dialogar con la oposición.

Represión en las calles

Los mítines y manifestaciones se extienden desde su capital, Minsk y en todo el territorio bielorruso, a pesar de las declaraciones de toque marcial del gobierno acompañadas de represión.

El 16 y 23 de agosto, cerca de 100,000 personas marcharon contra del gobierno encabezado por Lukashenko y se organizan para repetirlo de nuevo el domingo. No obstante las autoridades mantienen su presión hacia los grupos.

Las medidas violentas por parte de los cuerpos de seguridad del Estado han dejado tres muertos y decenas de heridos y más de 7,000 detenidos.

A pesar de que la mayoría de los encarcelados ya han sido liberados, los diplomáticos de la UE solicitaron tener acceso alas cárceles donde se encuentran detenidos quienes se han manifestado contra el gobierno, tras informaciones sobre malos tratos y torturas para los detenidos.

El ministro del Interior de Bielorrusia, Yuri Karayev, dijo en televisión pública que asumía la responsabilidad por las personas heridas.

El periodista ruso Nikita Telizhenko, quién pasó tres días encerrados, dijo que los detenidos son amontonados en el piso, llenos de sangre y excrementos en un centro de detención, sin poder usar el baño durante horas o incluso sin poder cambiar de posición, de acuerdo a declaraciones obtenidas por la BBC.

Con información de AFP