La paciencia de Escocia por el proceso del Brexit se está agotando y su movimiento independentista crece. Pero los miedos de la posible debilidad en la que caería la economía escocesa sin la libra esterlina podrían ser mitigados gracias a la fortaleza de su mercado de energías renovables.
Queda claro que este gobierno no sólo no tiene confianza, sino que es un gobierno que ha buscado ignorar los deseos del parlamento escocés y la gente escocesa. Es obvio para nosotros que si queremos garantizar nuestros derechos como ciudadanos europeos, Escocia debe ser un país independiente
Ian Blackford, Líder del Partido Nacional Escocés en el Parlamento
Desde que los resultados del voto de Brexit fueron anunciados, en 2016, políticos escoceses han insinuado que su país debería abandonar el Reino Unido sin importar el tipo de acuerdo al que se llegue con la Unión Europea.
Entre los miembros del Partido Nacional Escocés, la incertidumbre de los últimos meses ha exacerbado este sentimiento.
Durante la campaña previa al referéndum de la permanencia de Escocia en Reino Unido en 2014, uno de los temas más controversiales era el del control del petróleo en el Mar del Norte. Ahora, el tema en discordia podría ser el control de los recursos eólicos en territorio escocés, los cuales representan el 60% de los recursos totales en Reino Unido y arriba del 7% de los recursos europeos.
Además, Escocia tiene uno de los mayores índices de instalación de parques eólicos en años recientes.
La capacidad instalada en Escocia (alrededor de 12,582 MW, según WindEurope) es 200% superior a la que México reportó a finales de 2017, y durante el tercer trimestre de este año ayudó a Reino Unido a obtener más de la mitad de su generación eléctrica a partir de energías limpias, además de pasar semanas enteras sin utilizar el carbón.
Nicola Sturgeon, primer ministro de Escocia, ha expuesto que la energía renovable podría hacer por la economía escocesa lo que el petróleo hubiera hecho en los 70, mientras que el experto en energía renovable Tom Willis, ha sugerido que la integración de la red eléctrica británica ha mermado el potencial escocés de producir electricidad de forma 100% renovable.
La clave del éxito o fracaso del plan escocés radicaría en que el parlamento local sea capaz de negociar el control absoluto de los recursos en caso de una separación de Westminster.
Otro elemento a considerar sería el costo de decomisionar los desarrollos petroleros en el Mar del Norte, el cual ha sido calculado hasta en 80,000 millones de libras (1.98 billones de pesos).
El Gobierno británico no ha creado un fondo para pagar estos gastos, lo que ha traído críticas y acusaciones de “dejar esta deuda para las nuevas generaciones”. En respuesta, los recientes gobiernos conservadores han intentado maximizar la producción de crudo para absorber estos futuros costos, algo que el gobierno escocés difícilmente aprobaría por el récord ambientalista que los respalda.
En parte es una decisión sobre qué mercado es más valioso para Escocia: el europeo o el británico, del que han dependido hasta ahora. Los políticos generalmente están más preocupados por el efecto que una salida sin acuerdo puede tener en la unión. [El acuerdo de Boris Johnson], si fuera aprobado, no deja claro el estado de la relación con la Unión Europea, pero seguramente sería más fría que la que pretendía May o la que buscaría un gobierno laborista
Liam Hill, analista político
Esta relación distante podría inclinar la balanza para Escocia y provocar que dieran la espalda a un mercado de 60 millones de personas (Reino Unido menos Escocia), para enfocarse en un cliente potencial con una población de 430 millones: la Unión Europea.