La inesperada decisión del presidente estadounidense Donald Trump de aplicar aranceles a los metales en Brasil es un golpe al objetivo del presidente Jair Bolsonaro de forjar vínculos más estrechos con Washington y podría acercar la economía número uno de América Latina al principal enemigo comercial de Trump, China.
El lunes, Trump dijo que impondrá aranceles a las importaciones de acero y aluminio de Estados Unidos procedentes de Brasil y Argentina, tomando desprevenidos a los dos países sudamericanos.
Bolsonaro logró la victoria electoral el año pasado como el “Trump de los Trópicos”, amenazando con reducir la creciente huella de China en la economía de su país.
Una vez en el cargo, rindió pleitesía a Trump, pero también se abstuvo de golpear a Pekín a favor de un enfoque más pragmático con China, el principal socio comercial de Brasil.
Al parecer, solo una de estas estrategias ha funcionado. El último anuncio arancelario de Trump sugiere que la apertura de Bolsonaro hacia Estados Unidos han caído en saco roto.
Por el contrario, la relación de Bolsonaro con Pekín se ha suavizado y está dando resultados tangibles, ya que China está comprando cada vez más carne brasileña e incluso ha acudido al rescate de su problemática subasta de petróleo en aguas profundas el mes pasado.
Los analistas dicen que los repetidos desaires de Trump a Bolsonaro podrían empujar a Brasil de vuelta a un abrazo más prolongado, consistente y sin dramatismos de China.
“Si te preocupa la creciente influencia económica de China en América Latina, la imposición de aranceles es, en el mejor de los casos, contraproducente”, dijo Mónica de Bolle, analista principal del Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington.
Thomaz Favaro, director regional de la consultora Control Risks, señala que los esfuerzos de Bolsonaro por acercarse a Trump no han prosperado en Washington, mientras que Pekín ha estado mucho más abierto a trabajar estratégicamente con Brasil.
“Está muy claro que China ha tratado de posicionarse como un aliado estable del Gobierno brasileño, independientemente de las diferencias políticas, y creo que ese mensaje ha sido muy bien recibido en Brasilia”, dijo.
Favaro agregó que la sorprendente maniobra arancelaria de Trump, que probablemente se llevó a cabo para buscar el apoyo de los votantes agrarios estadounidenses de cara a las elecciones del próximo año, “podría empujar a Bolsonaro más cerca de las manos de China”.
Amistades inestables
Aún está por verse el impacto de los aranceles de Trump en las negociaciones del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Brasil, que se iniciaron este año.
La lealtad de Bolsonaro hacia Trump y Estados Unidos es mucho mayor que hacia el presidente Xi Jinping y China, pero las relaciones con Pekín se han descongelado tras la visita de Bolsonaro a China en octubre y la visita de Xi a Brasilia para la cumbre de los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China) el mes pasado.
Y mientras que Donald Trump podría perder las elecciones presidenciales del próximo año y verse reemplazado por un demócrata más hostil a Jair Bolsonaro, es probable que Xi permanezca en el poder en un futuro previsible, apuntan los analistas.
Significativamente, las compañías petroleras estatales chinas CNOOC y CNODC fueron las únicas que presentaron ofertas, aparte de la estatal brasileña Petrobras , en una subasta masiva de petróleo el mes pasado, a raíz de una invitación hecha por Bolsonaro durante su visita.
Los dos países, que el año pasado registraron un récord de 100,000 millones de dólares en comercio bilateral, también se han acercado por necesidad. China está comprando más carne brasileña ya que su población porcina doméstica se ha visto diezmada por la peste porcina africana. Además, este año ha concedido licencias de exportación a otras 45 plantas cárnicas brasileñas.
“El acercamiento entre Estados Unidos y Brasil está en peligro porque Estados Unidos está empezando a darse cuenta de que no hay mucho que Brasil pueda ofrecer”, dice Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales de la Fundación Getulio Vargas, una universidad brasileña.
Pronto, Bolsonaro tendrá que admitir que Pekín es un “amigo para todas las ocasiones” porque Washington, como algunos países europeos preocupados por las políticas medioambientales de Bolsonaro, se está alejando de Brasil.
Bolsonaro dijo el lunes que apelará a Trump para obtener misericordia. Dijo estar seguro de que el líder de Estados Unidos “nos escuchará”.
Hasta ahora, sin embargo, parece haber pocas pruebas de que lo hará. A pesar de sus esfuerzos desde que llegó a la presidencia el 1 de enero, Bolsonaro ha recibido poco a cambio de Trump.