Moscú y Beijing han aumentado el alcance de su alianza estratégica, que esta semana inauguró un gasoducto de 2,800 kilómetros entre ambos países, como símbolo de la continua cooperación mutua en varios frentes, y que podría traducirse en un nuevo orden mundial.

Mientras a Estados Unidos cada vez lo percibimos más aislado, destaca esta obra de más de 50,000 millones de euros que envía una señal contundente y apuntala la relación entre ambos países. Parece que hay bases muy firmes que permiten que ambos países se beneficien de esta creciente alianza: China se abastece de energía y Rusia, socio incómodo de Estados Unidos y la Unión Europea, consolida su posición económica y política

Roberto Hernández, internacionalista, UNAM

El nuevo gasoducto, llamado Altai y apodado “Poder de Siberia 2”, comenzó su planeación en marzo de 2006, cuando Vladimir Putin visitó China. Tras ocho años de retrasos, la obra será capaz de transportar hasta un billón de pies cúbicos diarios.

La obra se inaugura también en un contexto en el que Rusia busca mejorar su posición como proveedor internacional mediante el lanzamiento de otros dos proyectos energéticos, el gasoducto Turkstream a Turquía y el Nord Stream 2 a Alemania. El gobierno ruso espera que el gasoducto genere alrededor de 400,000 millones de dólares para las arcas rusas durante el plazo de 30 años acordado en el contrato inicial.

China ya había mostrado su optimismo frente a las capacidades energéticas de Rusia: el gigante asiático es el ente extranjero con mayor participación en los proyectos rusos de licuefacción de gas en el ártico Yamal LNG y Arctic LNG 2.

El nacimiento de esta alianza puede rastrearse a las sanciones impuestas a Rusia tras la anexión de Crimea en 2014, que provocó que el gobierno de Vladimir Putin tuviera que buscar socios comerciales alternativos. Esta búsqueda encontró en China su respuesta más satisfactoria.

“El presidente chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin supervisaron el viernes la ceremonia de inauguración del gasoducto China-Rusia ruta-este, vía videollamada” 

La alianza también ha tenido resultados positivos para China. La empresa rusa de telecomunicaciones MTS está apoyándose en la empresa china Huawei para el desarrollo de la red 5G en territorio ruso.

Esta experiencia es invaluable para la compañía, que ha levantado sospechas entre los gobiernos occidentales, que han buscado desarrollar sus propias infraestructuras sin asistencia de compañías chinas.

El pasado marzo, el yuan chino representó 14.2% de las reservas rusas de divisas extranjeras. En 2018 la moneda china sólo representaba 5%.

El intercambio comercial entre ambos países al cierre del año pasado superó los 100,000 millones de dólares, cifra récord entre ambas economías. Vladimir Putin ha declarado que quiere que el intercambio supere los 200,000 millones para 2024.

Hernández explicó que para el país asiático la alianza con Rusia ayuda a fortalecer su presencia como potencia mundial, la cual buscó establecer mediante inversiones en la llamada “nueva ruta de la seda” y en el continente africano.

“Esta influencia económica eventualmente significa también una influencia política, y no hay mejor momento para explotarla que cuando la autoridad de los países occidentales está en duda”.