La búlgara Kristalina Georgieva se convirtió este miércoles en la segunda mujer en liderar el FMI, con el objetivo de ayudar a los 189 países miembro a enfrentar la desaceleración del crecimiento económico mundial.
Economista de 66 años, tenía asegurada su selección luego de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunciara que era la única candidata a suceder a la francesa Christine Lagarde, que ocupaba el cargo desde 2011 y lo dejó para postularse a presidir el Banco Central Europeo.
Al aceptar el puesto que asumirá el martes con un mandato de cinco años, Georgieva habló de tormentosos tiempos para la economía mundial.
Es una gran responsabilidad estar al timón del FMI en momentos en que el crecimiento económico mundial sigue decepcionando, persisten tensiones comerciales y la deuda está en niveles históricamente altos,
dijo en una nota.
“Eso significa también lidiar con problemas como la inequidad, riesgos climáticos y rápidos cambios tecnológicos”, afirmó.
La designación de Georgieva mantiene la norma no escrita que establece que la entidad debe estar a cargo de una persona europea.
Además del entontecimiento económico mundial, la crisis de Argentina será probablemente uno de los asuntos más espinosos a resolver a corto plazo.
En las últimas semanas, se multiplicaron las críticas al FMI por otorgar el mayor préstamo de su historia (unos 57,100 millones de dólares) a un país cuya solvencia está en duda.
El Fondo ya otorgó a Buenos Aires 44,000 millones de dólares a cambio de una cura de austeridad fiscal. Argentina espera un nuevo desembolso y el reescalonamiento de los pagos debido a que su crisis se agravó a causa de la incertidumbre política a casi un mes de las elecciones presidenciales.
Técnicos de Argentina y del FMI emprenderán discusiones para definir el futuro rumbo de esa línea de crédito.
Populismo y cabellos cortos
De cabellos cortos y apariencia gentil y sonriente, Georgieva hereda una institución criticada por el creciente populismo en economías avanzadas y el incremento de las peleas comerciales; la mayoría de ellas desatadas por Estados Unidos, el socio mayoritario del Fondo.
Georgieva, que estaba impulsada por París, superó reticencias en la dividida Unión Europea. Alemania respaldaba nominar al exministro holandés de Finanzas Jeroen Dijsselbloem.
Los países que impulsaron a Georgieva esgrimieron sus sólidos antecedentes en finanzas internacionales.
En el Banco Mundial, donde transcurrió la mayor parte de su carrera y llegó a ser directora general, ganó experiencia en el manejo del ambiente, especialmente en lo referente a desarrollo sostenible y cuestiones agrícolas.
Además trabajó en favor de las mujeres al instar a una mejor educación de las niñas, prohibir limitaciones al trabajo femenino y fomentar los emprendimientos de mujeres, especialmente en África.
En este punto, debería ser continuadora de Lagarde, quien expresó sin pausa su voluntad de defender la igualdad de géneros.
Georgieva no ha escatimado elogios a su antecesora. “Es una gran dirigente y una querida amiga cuya visión y trabajo sin pausa contribuyeron enormemente al éxito del Fondo”, dijo.
La nueva directora gerente considera al FMI como una institución “única y con una historia formidable”. “Desde mi punto de vista, el Fondo jamás ha sido tan importante”, declaró.
Este miércoles no respondió preguntas de periodistas pero prometió comparecer ante los medios en las reuniones semianuales que el FMI mantendrá a mediados de octubre en su sede de Washington.