El Banco Central Europeo (BCE) aún tiene municiones para enfrentarse a la crisis económica derivada de la pandemia de COVID-19, aunque la fuerza de su recuperación será muy incierta.
¿El BCE ha quemado todas sus municiones? No, absolutamente no
dijo Christine Lagarde, presidenta del BCE, durante una intervención ante la asamblea parlamentaria francoalemana.
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La irrupción de la pandemia de COVID-19 poco tiempo después de que Lagarde asumiera su cargo al frente del BCE obligó a la institución a pensar una política monetaria que permitiera estabilizar la zona euro actuando en el marco de nuestro mandato, respondió Lagarde a un diputado de la oposición en el parlamento alemán.
El contexto actual de incertidumbre exige una evaluación muy cuidadosa de las nuevas informaciones que nos llegan, incluido sobre los tipos de cambio, que preocupa a la institución al poder ejercer una presión a la baja sobre los precios, comentó la presidenta del Banco Central Europeo.
El BCE está dispuesto a ajustar todos sus instrumentos para que la economía se recupere y los precios suban al ritmo deseado de cerca del 2%.
Los observadores esperan que se amplíe el plan de adquisiciones de emergencia para la pandemia, que entrará en vigor en diciembre, tras haber recibido 750,000 millones de euros (882,000 millones de dólares) en marzo y ser aumentado hasta 1.35 billones de euros (1.58 billones de dólares) en junio.
Tras las caídas históricas del PIB en el segundo trimestre en la zona euro, de alrededor de 12%, se debería experimentar un fuerte repunte en el tercer trimestre, dijo Lagarde.
Pero la fuerza de la recuperación es muy incierta, irregular e incompleta, comentó.
Esta recuperación dependerá ampliamente de la evolución futura de la pandemia y del éxito de las políticas para frenarla en gran parte financiadas por más deuda.