La decisión de Arabia Saudita de maximizar su producción de crudo tras la ruptura de un acuerdo con Rusia impactó los precios del barril, incluso antes de que el COVID-19 fuera declarado una pandemia.

Ahora, los principales productores de petróleo en el mundo se reunirán para intentar reducir la producción global a cerca de 10 millones de barriles diarios, aunque existen retos diplomáticos importantes.

Una de los principales razones para el colapso del acuerdo, que tenía tres años de antigüedad, fue una cuestión de percepción: diversos analistas han señalado que el reciente crecimiento en la producción de crudo estadounidense ha hecho que Moscú vea a Washington como el gran ganador cada vez que la Organización de Países Exportadores de Petróleo establece recortes a la producción, lo que podría haber llevado a las primeras fricciones previas al rompimiento.

“Los países invitados a la reunión de OPEP+: EU, Reino Unido, Noruega, Egipto, Colombia, Brasil, Canadá, Argentina, Indonesia, Trinidad”, dice un tuit de Amena Bakr, periodista de energía.

Los productores estadounidenses están entre los más golpeados por los nuevos índices de producción, y varios productores han registrado disminuciones en su inversión.

Donald Trump dijo el 30 de marzo que buscaría hablar con Putin para solicitar un nuevo acuerdo, y más tarde dijo que Estados Unidos siempre estaría dispuesto a unirse a las negociaciones de ser necesario, aunque también ha mencionado la posibilidad de establecer aranceles a Arabia y Rusia.

Los más recientes reportes apuntan a que las pláticas se darán este jueves, y que podrían continuar con una reunión de emergencia de los ministros de energía del G20 a lo largo del viernes.

Kirill Dimitrev, jefe del fondo soberano de Rusia, se ha mostrado optimista ante un posible acuerdo, y ha declarado que ambas partes están conscientes de la importancia que éste tendría para el mercado.

Los analistas también han resaltado la presión bajo la que se encuentra el régimen árabe para probar que esta ruptura no se trata de una estrategia para quebrar la industria del shale en Estados Unidos.

Un problema llamado México

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no se encuentra entre los invitados a la reunión de negociación, de acuerdo con reportes de Amena Bakr, de Energy Intelligence. La decisión resulta sorpresiva después de que en días pasados el gobierno de Arabia externara que un trato requeriría de la participación de los países productores del G20, entre ellos México.

Sin embargo, esta decisión podría obedecer a la reciente postura de la administración: los 1.8 millones de barriles diarios que se han reportado como meta de producción de Pemex para el final del año representa alrededor del 18% de la meta mundial.

Esta postura convertiría a México en uno de los pocos países que no está dispuesto a realizar recortes, por lo que el discurso que el presidente dio apenas el pasado domingo pone al país en una disonancia importante con los objetivos del resto de los productores.

“Por un lado está la mención en los precriterios sobre el aumento en la producción, pero por otro tenemos a la secretaria de energía mencionando diálogos con la OPEP sobre diálogos para llegar a acuerdos alrededor del precio.

Eso querría decir que están buscando establecer montos de recorte”, explicó Erick Sánchez Salas, Business Developer de IHS Markit.