Alberto Fernández asumió este martes la presidencia de Argentina con el desafío de reactivar la economía del país, marcada por una elevada deuda pública, y lograr un equilibrio entre las demandas sociales y las de inversionistas.
Abogado de 60 años, exjefe de gabinete de Néstor y de Cristina Kirchner entre 2003 y 2008, Fernández reemplaza a Mauricio Macri.
Queremos un Estado presente, constructor de justicia social,
dijo Fernández durante el discurso de inauguración de su gestión en el Congreso.
El nuevo mandatario recibió la banda presidencial y el bastón de mando de parte de Macri en el Congreso. Una escena muy diferente a la de hace cuatro años, cuando Cristina Kirchner dejó la presidencia un día antes de lo previsto y Macri fue investido por el presidente provisional del Senado.
Kirchner, de 66 años, juró como vicepresidenta, además de asumir la presidencia del Senado.
¿Cómo está la economía argentina?
Fernández recibe a una Argentina con una inflación de 42.2% hasta octubre, aumento de la pobreza a 35.4% y una contracción del Producto Interno Bruto estimada en 3.1% para 2019.
Además tiene en la agenda la renegociación de una deuda pública cercana a los 100,000 millones de dólares -que parece impagable en el corto plazo- la cual será clave para el futuro del gobierno.
No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece (…) El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo,
dijo el presidente argentino, que señaló que su prioridad será combatir el hambre y la pobreza.
Un paso clave será el reperfilamiento de la deuda que asciende a un total de 315,000 millones de dólares, de los cuales 44,000 millones corresponden al crédito del Fondo Monetario Internacional, con el que Fernández dijo que ya abrió “un proceso de negociación”.
Para el Ministerio de Economía, Fernández eligió a un académico especializado en deuda, Martín Guzmán, un joven discípulo del Premio Nobel Joseph Stiglitz.
Inversionistas se han mostrado inquietos por la probabilidad de que Fernández se vuelque hacia una mayor regulación de la economía, como aplicó su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuando gobernó el país entre 2007 y 2015.
Los fuertes sindicatos peronistas reclaman alzas salariales que permitan a los trabajadores recuperar el poder de compra que perdieron en los últimos años por la alta inflación, mientras que las organizaciones de desocupados piden un aumento de los subsidios para los más pobres.
Si la economía no vuelve a crecer, difícilmente Fernández podrá satisfacer todas las demandas.
Los invitados
A la toma presidencial acuden el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, así como los mandatarios de Paraguay, Mario Abdo Benítez, y de Uruguay el entrante Luis Lacalle y el saliente Tabaré Vázquez.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, informó por Twitter que no asistirá a la investidura debido a que seguirá la búsqueda de un avión militar chileno que desapareció el lunes cuando se dirigía a la Antártida con 38 pasajeros a bordo.
Brasil, principal socio comercial de Argentina, estará representado por el vicepresidente Hamilton Mourao, un alivio después de las diferencias con el mandatario Jair Bolsonaro.
Es una incógnita si llegará desde Cuba el expresidente Evo Morales, a quien Alberto Fernández ofreció asilo tras lo que él mismo calificó como un golpe de Estado en Bolivia.
Los actos estarán acompañados de una fiesta musical de cumbia y rock en la plaza de Mayo, sobre la que se erige la Casa Rosada y de la cual, a pedido de Fernández, fueron retiradas 24 horas antes las vallas que limitaban el paso hacia la sede presidencial.
La emblemática plaza amaneció embanderada y con pancartas de apoyo al nuevo gobierno de distintas agrupaciones políticas y sindicatos.
Con información de AFP y Reuters