“La mejor política industrial es la que no existe”, decía a mediados de los años 90, Jaime Serra, entonces secretario de comercio en el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari y tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

México enfrenta ahora la tarea de diseñar una política industrial para fortalecer su capacidad productiva y crear mayor valor agregado tras la renegociación del TLCAN, que ha dado paso al Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés) y que puede complicar la vida al sector automotriz.

Con el USMCA, el sector automotriz fue uno de los que hizo las mayores concesiones para contener las demandas del presidente estadounidense Donald Trump. Las automotrices deberán incrementar el porcentaje de contenido regional en tres años.  Las partes esenciales (motor, chasis, caja de transmisión, etc.) deben tener un mínimo de 75% desde el actual 66%.

Las partes principales (sistemas de frenos, aire acondicionado, caja de transmisión, etc.) pasarán de 62.5% a 70% y las complementarias (equipo de audio, cinturones, volante, etc.) irán de 62.5 a 65%. Además, 40% de los componentes del vehículo tendrá que provenir de países miembros donde se pague a los trabajadores al menos 16 dólares la hora; México paga entre cuatro y seis dólares.

Jesús Seade, el negociador del TLCAN en representación del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, dijo el lunes en un evento con empresarios que el país requiere desarrollar de políticas industriales para aumentar el valor agregado y profundizar los encadenamientos productivos.

En particular, dijo que se sentarán a discutir con todos los integrantes de la industria para que esta sea más eficiente “porque ahorita son básicamente maquila automotriz, es poco el valor agregado, pero yo creo que podría aumentar”.

La importancia para México

El sector automotriz es una parte crucial del comercio entre México y Estados Unidos (EU). Como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) contribuye con 3% del PIB total de México y también representa 3.3% del empleo formal total. Aunque para EU solo representa 0.9% del PIB y 1.1% del empleo, de acuerdo con Citibanamex.

México tendrá que generar una mayor innovación tecnológica, así como encadenamientos productivos, lo que implicará tener un marco que defina aspectos como financiamiento, política fiscal, educativa, el desarrollo de nueva infraestructura y logística

José Luis de la Cruz, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).

Agregó que si el sector automotriz no cuenta con una política industrial bien diseñada para generar un mayor valor agregado y que una mayor parte de insumos se produzca a nivel local, será más difícil para México cumplir con las reglas y desarrollar la industria.

Mientras que elevar los salarios dependerá de que se mantenga el ritmo de crecimiento del sector, así como de contar con mayor contenido tecnológico y encadenamientos productivos.

De acuerdo con un artículo de Jeffrey J. Schott, miembro senior del Peterson Institute for International Economics, si los productores de automóviles no quieren cumplir con las nuevas reglas pueden optar por usar componentes de cualquier país y pagar la tarifa de Nación Más Favorecida de 2.5% en lugar de reajustar sus cadenas de suministro.

Sin embargo, los productores de camiones no tienen esta posibilidad y de no cumplir con las nuevas reglas, el gobierno estadounidense les puede aplicar un arancel de 25%, como ya lo hizo Trump con las exportaciones mexicanas de acero y aluminio, al ampararse en la sección 232 de su Ley de Expansión Comercial de 1962.

“Los canadienses y los mexicanos lo vieron venir para los autos y firmaron cartas laterales al USMCA que esperan que los exima de posibles sanciones de la 232, lo que los hace cómplices del esquema proteccionista de la administración Trump para reestructurar la producción y el comercio automovilísticos mundiales”, escribió Schott.

Y agrega que, para la administración Trump, la amenaza constante de poder imponer dichas tarifas a Canadá y México, incluso en virtud del acuerdo, es una característica que no un error, a pesar del efecto escalofriante que tal incertidumbre tendrá sobre la inversión en la industria automotriz de América del Norte.

No obstante, a pesar de los vientos en contra que enfrenta el sector automotriz, los especialistas coinciden en que la parte positiva del USMCA es que mantendrá el vínculo comercial con México, aunque ahora no podrá patear el bote de la política industrial.

“México tendrá que aplicar una política industrial que se evitó en 25 años, cambiar una política comercial con una industrial de la mano de los tratados comerciales, lo relevante será que tenga un consenso con sector privado y educativo, que son los que pueden generar el diferencial de desarrollo tecnológica”, comentó De la Cruz.

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