La pandemia de COVID-19 ha tumbado los mercados laborales de México y gran parte de mundo, y en algunos sectores también ha implicado una reconfiguración para implementar el teletrabajo o trabajo a distancia.
No obstante, para las personas que viven en pobreza, y principalmente para las y los jóvenes, el teletrabajo simplemente no es posible. El cambio generalizado al trabajo remoto no es factible para los hogares que no tienen una computadora o acceso a internet en el hogar, o es difícil debido a limitaciones de espacio o porque los dispositivos deben compartirse entre los miembros del hogar.
En promedio, en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 87% de los hogares tienen acceso a internet en sus hogares, aunque la proporción es menos de la mitad en Colombia y México. Y mientras que casi 81% de los hogares en la OCDE tienen acceso a una computadora en casa, esta proporción baja a menos de 50% en Colombia, México y Turquía.
En México, tan solo entre 20 y 23% de los ocupados puede llevar a cabo sus actividades desde casa, de acuerdo con la investigación de Luis Monroy-Gómez-Franco ¿Quién puede trabajar desde casa? Evidencia desde México, publicada por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
La investigación arroja que la mayoría de estas ocupaciones se encuentra concentrada en la cola derecha de la distribución de ingreso, y que éstas son realizadas en su gran mayoría por mujeres.
Tomando como referencia la línea de bienestar calculada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social, también identifico que menos de 5% de los hogares en donde al menos un miembro puede trabajar desde su vivienda se encuentra en situación de pobreza
dice Luis Monroy-Gómez-Franco.
Además, Ciudad de México y Nuevo León más que rebasan el tercio de ocupados que pueden llevar a cabo estas actividades, niveles similares al observado en países desarrollados.
Contrario a lo anterior, en estados como Chiapas o Hidalgo menos de 20% de los ocupados puede realizar sus actividades lejos de su lugar de trabajo. Y en la región del Bajío, en donde existe una alta concentración de la industria manufacturera, sólo entre 17 y 21% de los ocupados puede hacer sus actividades laborales desde casa.
La posibilidad de trabajar a distancia de los trabajadores jóvenes y de quienes no tienen educación universitaria es significativamente menor, de acuerdo con el estudio ¿Quién llevará la peor parte de las políticas de bloqueo? Evidencia de las medidas de teletrabajo en todos los países, del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El FMI estima que cerca de 100 millones de trabajadores de 35 países avanzados y emergentes (de los 189 países miembros) podrían presentar un riesgo alto debido a que no pueden realizar sus trabajos a distancia. Esto equivale, en promedio, a 15% de su fuerza laboral.
El documento indica que los trabajadores sin un título universitario son significativamente menos propensos a tener trabajos que se pueden realizar en el hogar en comparación con sus compañeros con una mayor educación.
Para una determinada ocupación, los trabajadores con bajos niveles de logro educativo en España, Italia, Ecuador y México tienen los puntajes más bajos para llevar trabajar desde casa. Al comparar los perfiles de edad con los sectores, este mayor riesgo para los empleados jóvenes es consistente con la edad relativamente más joven.
La posibilidad de trabajar a distancia de los trabajadores jóvenes y de quienes no tienen educación universitaria es significativamente menor, ya que generalmente corresponde con los perfiles de edad de los trabajadores en los sectores más afectados por el confinamiento y las políticas de distanciamiento social.
En este sentido, las mujeres podrían verse especialmente afectadas, ya que se concentran de manera desproporcionada en los sectores más dañados, como los servicios de alimentos y hostelería. Además, las mujeres realizan más tareas relacionadas con el cuidado de los hijos y las labores domésticas.
El FMI indica que los gobiernos deben centrarse en ayudar a los trabajadores más afectados y a sus familias mediante la ampliación de las redes de protección social y seguros sociales para amortiguar la pérdida de empleo y de ingresos. “Los subsidios salariales y los programas de obras públicas pueden contribuir a que recuperen sus medios de vida durante la recuperación”.
Además, para reducir la desigualdad y ofrecer a las personas mejores perspectivas, los gobiernos deben fortalecer la educación y la capacitación y preparar mejor a los trabajadores para los empleos del futuro,
Esta crisis ha demostrado con claridad que tener acceso a internet es un elemento fundamental de la capacidad de las personas para continuar su participación en el lugar de trabajo. Invertir en infraestructuras digitales y cerrar la brecha digital también permitirá que los grupos desfavorecidos participen de manera importante en la economía del futuro
dice el FMI.
Monroy también señala que es necesario que las políticas públicas focalicen sus esfuerzos en alcanzar a la población más pobre, en tanto que ésta es la que menor capacidad tiene de poder seguir llevando a cabo aquellos trabajos de los que deriva un ingreso.
Sin embargo, este sector no debe de ser el único al cual se preste atención durante la crisis. Como muestran mis resultados, hay una amplia franja de la población mexicana que si bien no es pobre, sí ve afectada su capacidad de trabajar ya que su ocupación necesariamente le requiere en su lugar de trabajo. El caso paradigmático de esta situación es el sector manufacturero
dice Luis Monroy.
De igual forma, es necesario considerar que si bien hay un sector de la población que puede trabajar desde casa, ello no garantiza la viabilidad económica de las unidades que les tienen contratados. Por lo que se deben preservar dichas fuentes de empleo.