En las faldas de una colina, una docena de mujeres se reunió la semana pasada a llenar cubetas y baldes con el agua de una pipa que se detuvo en un polvoso camino de su modesta comunidad, la cual fue construida en lo que solía ser un tiradero de basura de Ciudad de México.
En medio de la crisis de salud más grande de los tiempos modernos, las autoridades mexicanas, que luchan por detener un salto en las nuevas infecciones por coronavirus, han hecho de las frases “Lávate las manos” y “Quédate en casa” sus mantras.
Pero decirlo es más fácil que hacerlo para aquellos sumidos en la pobreza y sin acceso a agua limpia.
“Con la escasez de agua, dicen que te laves las manos. ¿Pero cómo?”, dijo Erika Casasola, de 42 años, quien habita el barrio El Yuguelito, el cual forma parte de la extensa alcaldía de clase trabajadora Iztapalapa, en el oriente de la Ciudad de México.
Consciente de los peligros de la rápida propagación del virus, que hasta ahora ha contagiado a 11,633 personas y cobrado la vida de 1,069 en México, la mujer lucha a diario por mantener a salvo de la pandemia a su familia.
“Ahora gastamos más agua de lo debido”, afirmó Casasola, quien cuidaba a su nieto mientras vertía un balde de agua en una lavadora desvencijada.
Incluso, los vecinos que tienen la suerte de contar con agua por tubería en sus casas dijeron que estaba fluyendo de color amarillo y turbio últimamente.
Un portavoz de la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, dijo que la falta de agua potable en partes de esa demarcación era un problema histórico, y que su política era proporcionar agua gratis en camión.
Sin embargo, los habitantes de la zona, muchos de ellos sin trabajo y sin dinero, dijeron que a menudo deben comprar agua embotellada para uso personal.
En un informe de mayo de 2017, el relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos al agua y al saneamiento, Leo Heller, dijo que México tenía el mayor consumo per cápita de agua embotellada en el mundo, con 480 litros al año.
“(Eso) es una evidencia elocuente de la desconfianza que tiene la población mexicana al agua que se le suministra”, dijo el informe.
Mientras tanto, la Encuesta Nacional de Hogares 2017 del INEGI arrojó que en Ciudad de México solo 79% de los hogares tienen suministro diario de agua. También reveló que, 11% de los hogares reciben agua dos o menos veces por semana.
Adriana Valencia, de 24 años, vive en una casa ubicada en un árido cerro del municipio de Ecatepec, en el Estado de México, y dijo que los camiones entregan agua solo una vez cada ocho días.
“Lo que hacemos es que el agua con la que nos bañamos la reciclamos para el baño y regar plantas. Y la de los trastes igual. Y tratamos de mantener el agua que tenemos hasta que llega (el camión) cada ocho días”, comentó Valencia. “Tenemos poca agua a nada”.
Francisco Moreno, un experto en enfermedades infecciosas y jefe del programa COVID-19 en el centro médico ABC de Ciudad de México, dijo que, como en otras crisis anteriores, “los que peor la pasan es la gente limitada en recursos”.
Los mexicanos más pobres no pueden permitirse quedarse en casa porque viven al día. Además, el distanciamiento social es difícil para ellos, porque muchas personas comparten viviendas estrechas y la escasez de agua limpia complica la higiene, afirmó.
La mejor manera de evitar el colapso de los sistemas de salud es prevenir. Y la prevención en esta enfermedad depende en un muy buen porcentaje de la higiene de manos
dijo Francisco Moreno.
“Desafortunadamente estas personas tienen la mayor de las posibilidades de infectarse”, agregó.