Cuando Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia y Jair Bolsonaro asumió el cargo en Brasil, los inversionistas creyeron que sabían dónde iba a estar el dinero.
Pero después de más de dos años y una costosa pandemia, los inversionistas desilusionados están ahora ocupados en cómo pasar de un Brasil que en su día prometió reformas y privatizaciones convincentes a un México que se espera que se beneficie de la recuperación económica de Estados Unidos.
Las preocupaciones de los inversionistas de que el presidente López Obrador gastaría en exceso para apaciguar a las bases que le dieron una victoria aplastante en 2018 aún no se han materializado, y tampoco las promesas de Bolsonaro de optimizar la economía brasileña.
López Obrador “es ‘menos malo’ de lo que los inversionistas esperaban, y el gobierno de Bolsonaro ha sido ‘menos bueno’ de lo que los inversionistas esperaban”, dijo Marshall Stocker, gestor de carteras de Eaton Vance en Boston.
Si bien la forma en que enfrentan la pandemia del COVID-19 parece a veces estar en sintonía, con una mezcla de negación y desconfianza en la ciencia, sus respuestas financieras han sido marcadamente diferentes.
Bolsonaro gastó 8.6% más del Producto Interior Bruto en la respuesta al virus, mientras que López Obrador usó apenas 0.6% más del PIB, según datos del Fondo Monetario Internacional.
La lectura del vaso medio lleno es que México no emprendió ninguna de las políticas agresivas de relajación fiscal de sus vecinos,
dijo Patrick Esteruelas, jefe de investigación de Emso Asset Management en Nueva York
Esto, junto con la esperanza de que un paquete de recuperación económica de 1.9 billones de dólares firmado por el presidente estadounidense Joe Biden impulse un fuerte crecimiento en el norte, está estimulando un cambio de sesgo de los inversionistas.
Aunque ambos países sufrieron salidas de inversionistas extranjeros en febrero, las acciones y bonos de México atrajeron 355 millones de dólares en las tres primeras semanas de marzo, frente a las salidas de Brasil de 465 millones de dólares, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales.
Pronósticos económicos
El FMI elevó esta semana las perspectivas del PIB de México para 2021 en 0.7 puntos porcentuales al 5.0%, mientras que subió las de Brasil en 0.1 punto porcentual al 3.7%.
El cambio a favor de México se ha visto respaldado por la situación del COVID-19 en Brasil, donde se espera que las muertes pronto superen lo peor de una ola récord en Estados Unidos en enero.
Brasil ha reportado hasta ahora más de 13 millones de infecciones sobre 336,000 muertes, mientras que México ha registrado más de 2.2 millones de casos y alrededor de 205,000 muertes, según un recuento de Reuters.
Bolsonaro preguntó esta semana a las fuerzas armadas si tenían tropas disponibles para controlar posibles disturbios derivados de la crisis del COVID-19.
Bolsonaro ha perdido el apoyo de gran parte de la comunidad empresarial, del grueso de la población y de parte de la cúpula militar,
dijo en una nota Elizabeth Johnson, directora gerente de investigación de Brasil en TS Lombard
Las luchas internas sobre el presupuesto han agriado las relaciones entre el ejecutivo y el Congreso, añadió.
Señales de preocupación
En días recientes, el gobierno de Estados Unidos pidió a México respetar a inversionistas en el sector energético, luego de que el presidente López Obrador mandó al Congreso reformas a la ley en la industria eléctrica y posteriormente en hidrocarburos.
Estados Unidos ha expresado en varias ocasiones su preocupación a México con respecto al clima en deterioro para los inversionistas en energía y pidió que se adhiera a los acuerdos del T-MEC.
“El gobierno de Estados Unidos está comprometido a garantizar que los inversionistas estadounidenses sean tratados de manera justa y que México se adhiera a sus compromisos del T-MEC”, según un reporte la Oficina de la Representante Comercial de Estados Unidos (USTR), a cargo de Katherine Tai.
En tanto, Bolsonaro sorprendió a los inversionista en febrero cuando despidió al jefe de la petrolera estatal Petrobras después de una disputa sobre el aumento de los precios de los combustibles.
El mes pasado, el director general del Banco do Brasil , el mayor banco controlado por el Estado, dimitió tras una disputa con Bolsonaro sobre el cierre de sucursales.
El real ha perdido más de 7% este año frente al dólar, frente a una caída de alrededor del 1% del peso mexicano. Si el billete verde se fortaleciera aún más, el efecto de una moneda más débil beneficiaría a México, más orientado a la exportación, frente a Brasil, donde un real más débil aumentaría sobre todo las presiones sobre los precios.
“La política de Brasil es desordenada y su comunicación es pobre, pero las reglas todavía funcionan y el gobierno puede mantener el control del camino. Hay presupuesto para aumentar la protección social y el déficit no será explosivo”, dijo Ricardo Adrogue, jefe de deuda soberana global y divisas de Barings.
“El resto es sólo ruido y quizá una gran oportunidad de inversión”, añadió.