Los líderes de las economías más importantes a nivel mundial han puesto en la mira el régimen fiscal de empresas digitales como Google, Netflix, Spotify y Uber, por mencionar algunas.
Los líderes de las 20 economías más importantes en el mundo -que se reunirán el 27 y 28 de junio en Osaka, Japón- pretenden establecer una nueva regulación internacional para eliminar los espacios legales que permiten la elusión fiscal en la economía digital y que impacta el crecimiento económico global.
La pérdida recaudatoria por estas inconsistencias, conocida como Erosión de la Base Imponible y el Traslado de Beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés), oscila entre 4% y 10% de la recaudación mundial por impuestos sobre las empresas, es decir, al menos entre 100,000 millones y 240,000 millones de dólares al año, de acuerdo con datos de la OCDE.
El camino para comenzar con un nuevo esquema en el pago de impuestos está libre después de que en una reunión en Fukuoka, Japón, ministros de finanzas y gobernadores de los bancos centrales pactaron que esta regulación tendrá sus cimientos en los acuerdos en los cuales trabaja la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) desde hace años.
La OCDE y el G20 están definiendo una hoja de ruta en cuanto a cómo tendría que reorganizarse el sistema tributario a nivel mundial. Hoy en día, la discusión está aún muy abierta, evalúan muchas opciones, y cabe la duda de que cierren en 2020 o 2021, porque hay muchas discusiones en pro y en contra del tema
comentó Jesús Aldrín Rojas, socio líder de QCG Transfer Pricing Practice.
Las empresas digitales por la naturaleza de sus operaciones quedan fuera de los mecanismos de tributación tradicional, situación que dificulta su fiscalización en los países en los que operan y en donde no suelen tener un domicilio fiscal. Estos huecos generan oportunidades para que los beneficios o utilidades de las compañías sean desviados a jurisdicciones de baja o nula tributación.
Por ejemplo, Spotify tiene su base en Estocolmo, Suecia, en donde el impuesto a las empresas es de 22% y la naturaleza de sus operaciones no requiere de presencia física en todos los países, aunque obtenga ingresos de sus usuarios.
Otro caso es el de Uber, con base en San Francisco, California, que mediante su plataforma conecta a conductores con pasajeros que requieren el servicio de transporte privado. El conductor es quien paga el ISR por su ingreso y la empresa tendría que pagar impuesto por las ganancias generadas en México.
Para evitar estas pérdidas, los países del G20 acordaron trabajar en dos pilares.
El primero que permita avanzar en la imposición de impuestos y el segundo, imponer una tasa impositiva global que permita ejercer un derecho de reclamo de impuestos, en caso de que alguna jurisdicción como un paraíso fiscal, no exija el pago tributario sobre determinado ingreso.
El acuerdo entre los ministros de finanzas y banqueros centrales de los países del G20 es un avance para que los gobiernos debatan cuál será el mejor método para gravar a las empresas que no están ubicadas de forma física en un país, pero implica reconstruir el sistema tributario en todo el mundo.
Es un avance muy importante a nivel mundial, lo importante es que tendrá que existir una legislación fiscal genérica que abarque a los países del G20 y la OCDE que pueda aterrizarse de forma local para aplicarse en el resto de los países, sin permitir que las empresas se vayan a lugares con países con una legislación tributaria más laxa
dijo Guillermo Mendieta, presidente de la comisión fiscal del Colegio de Contadores Públicos de México.
Para lograr una hegemonía, por ahora, la OCDE y el G20 implementarán 15 acciones para abordar la evasión fiscal, y asegurar que las ganancias se graven cuando las actividades económicas en las naciones en donde se crea el valor.
En camino a la hegemonía fiscal
El capítulo 1 de la Ley del ISR establece que los residentes en el extranjero deben pagar el impuesto en México respecto de los ingresos procedentes de fuentes de riqueza situadas en territorio nacional cuando no tengan un establecimiento permanente en el país o cuando teniendo dichos ingresos, no sean atribuibles a éste.
Más de 120 países colaboran en la elaboración de esta nueva estrategia fiscal, entre ellos Alemania, Argentina, México, Japón, por mencionar algunos.
Países como Reino Unido, Francia y España ya implementaron el cobro de un impuesto o tasa digital, sin embargo, están comprometidas a implementar el esquema tributario que determinen en el futuro la OCDE y el G20.
El desafío es integrar a esta iniciativa a Estados Unidos, cuyo gobierno considera que es un impuesto que afecta de forma directa a las empresas tecnológicas de su país.
El tema ya no se puede contener, hay muchos intereses económicos en juego que obligan a ciertas jurisdicciones a tomar decisiones adelantadas y hacer fiscalidad en las plataformas, por ello se requiere llegar a un consenso rápido
dijo Aldrín Rojas.