El fantasma de la recesión ha vuelto a acechar a México y su significado ha generado un debate sobre si realmente la economía mexicana está o no en esta fase.

Más allá de la discusión, lo que es cierto es que, aunado a la típica desaceleración que suele presentar la economía ante el cambio de gobierno, la política de austeridad ha terminado por lastrar la economía, que a lo mucho cerrará 2019 con un crecimiento de 1%.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha aplicado una política de austeridad  ‘republicana’ para eliminar los excesos de la alta burocracia y generar ahorros para dirigirlos a sus proyectos sociales y de infraestructura, sin embargo, esta medida ha causado un subejercicio del gasto público y le ha puesto un freno a la actividad económica.

La economía está en la línea entre quedar en terreno ligeramente positivo o pasar al negativo en el segundo trimestre. La probabilidad es de 50-50. Todo va a depender de lo que sepamos del IGAE de mayo

dijo Alfredo Coutiño, director general de Moody’s Analytics para América Latina.

Si la economía mexicana acumula dos trimestres de caídas se podría hablar de una recesión técnica. Una recesión clásica es una contracción generalizada en la actividad económica, que se extiende a los mercados laborales y cuya duración sea de por lo menos seis meses, de acuerdo con el Buró Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos.

En abril, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) creció apenas 0.1% en términos reales respecto al mes previo, con cifras desestacionalizadas. Mientras que en mayo la actividad industrial cayó 2.1% en términos reales, respecto al del mes previo.

Coutiño comentó que la desaceleración de la economía ha sido mayor este año debido a la política arbitraria de austeridad. “Se cortó de manera pareja sin realmente hacer un trabajo inteligente de las áreas que realmente se podían cortar sin afectar la actividad económica”.

Otro de los factores que ha afectado son las declaraciones del propio gobierno hacia el sector privado, como la revisión de contratos o la cancelación de proyectos, lo que han generado un freno en la inversión, que de por sí ya estaba deprimida desde la incertidumbre generada por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN).

Pero los privados no han sido los únicos en frenar la inversión. En los primeros cinco meses del año el gasto neto del sector presupuestario tuvo una caída anual real de 5.1%, dentro de este, el gasto en capital cayó 7.1% y la inversión física se desplomó 16.4%, según datos de Hacienda.

La contracción del gasto en inversión pública apagó 14% del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con un reporte de José Luis de la Cruz, director general del IDIC.

El experto Indica que la decisión de frenar la inversión pública llegó en un mal momento, ya que el modelo económico neoliberal, al que se le confió el crecimiento de 2019, dejó un legado adverso para la inversión que no fue contemplado por la 4T (Cuarta Transformación).

La 4T centró su atención en mantener finanzas públicas contablemente sanas, pero dejó de observar la fragilidad del PIB. A lo largo del sexenio anterior la inversión productiva fue minada y por ello heredó a la 4T una economía enferma: la austeridad aplicada por la actual administración no causó la debilidad, pero sí la exacerbó

dice José Luis De la Cruz.

En este sentido, la caída en la inversión y el gasto, los despidos de burócratas pueden comenzar a presionar el consumo privado. Aunque el último dato del Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior creció 1.3% en abril frente al mes inmediato anterior, con cifras desestacionalizadas.

“Van a tener que rectificar (el gobierno), se está estrangulando a la economía con esta política de austeridad (…) Van a rectificar, pero el daño ya está hecho”, dijo Coutiño.

Adicionalmente habrá que sumar el factor de la desaceleración de la economía de Estados Unidos este año. La Reserva Federal ya ha advertido que la guerra comercial en la que se ha enfrascado el gobierno del presidente Donald Trump puede dañar a la economía.

Esto mientras que el gobierno del presidente López Obrador tendrá que recuperar la confianza del sector privado para que se reactive la inversión.

Parece ser que cada economista opina diferente sobre la recesión y muchos utilizan definiciones equivocadas o sui generis

escribió Jonathan Heath, subgobernador de Banco de México, en el artículo del INEGI, ‘Identi­ficación de los ciclos económicos en México: 30 años de evidencia’.