Dos de las más grandes agencias calificadoras de riesgo le dieron malas noticias a México este miércoles, justo en el primer día de negociaciones con Estados Unidos para tratar de desactivar la amenaza de aranceles a productos mexicanos.
Fitch degradó la calificación del país en moneda extranjera y local a BBB desde BBB+.
La firma basó su decisión en lo que consideró una combinación de un mayor riesgo para las finanzas públicas del país debido al deterioro del perfil crediticio de la endeudada Pemex, junto con la debilidad actual en la perspectiva macroeconómica para la nación, que se ve agravada por amenazas externas de tensiones comerciales, cierta incertidumbre sobre la política interna y las continuas restricciones fiscales.
La agencia pasó su perspectiva a estable desde negativo, lo que significa que no prevé en el corto plazo degradar nuevamente la nota.
En tanto, la agencia Moody’s confirmó la calificación del soberano en A3, pero cambió su perspectiva a negativa desde estable, lo que dejó abierta la posibilidad de una baja de la nota.
Expresó que su decisión fue motivada por el debilitamiento del marco de política en dos aspectos clave, con potenciales implicaciones negativas para el crecimiento y la deuda.
Manifestó que ve políticas que ahora son menos predecibles y que afectan negativamente la confianza de inversionistas y las perspectivas económicas de mediano plazo.
“Mensajes encontrados, anuncios de políticas inesperadas y su posterior reversión, como fue el caso reciente de falta de claridad sobre el uso del fondo de estabilización de los ingresos petroleros, son situaciones que introducen incertidumbre y disminuyen la posibilidad de poder predecir las políticas”, expuso.
Por otro lado observó un menor crecimiento económico, aunado a cambios en la política energética y al papel que juega PEMEX, lo que introduce riesgos para la perspectiva fiscal de mediano plazo.
“Actualmente, la calificadora espera que la desaceleración de la actividad económica se extienda a 2020 y que el crecimiento se mantenga débil ubicándose en alrededor de 1.8%”, apuntó.
Agregó que a futuro, el balance de riesgos está inclinado hacia la baja, al considerarse factible que una menor inversión restrinja las perspectivas de crecimiento en los años siguientes.
“Moody’s espera que menor crecimiento a mediano plazo erosione la resiliencia de la economía ante choques, mermando un factor clave que en años anteriores sustentaba la calidad crediticia soberana”, consideró.
Dijo que perspectivas de crecimiento más débiles para los próximos años, aunado al papel más protagónico asignado a Pemex en el contexto de la nueva política energética, genera preocupación en torno a la trayectoria de la deuda pública.
Manifestó que el extenso mandato que la administración federal ha dado a Pemex, la precaria salud financiera de la petrolera y mayores dificultades para acceder a mercados de capitales sugieren que la necesidad de apoyo financiero por parte del gobierno a la paraestatal podría ser sustancial y, por lo tanto, significativo desde el punto de vista crediticio soberano.
La calificadora expuso que la perspectiva podría regresar a estable si se recupera la confianza en la habilidad del gobierno federal para establecer e implementar políticas predecibles.
Aunque vio poco probable que se dé un alza de la calificación en el futuro cercano, indicó que tendría que verse un crecimiento económico más alto y sostenido para mejorar la nota de México.
“Un crecimiento más alto y sostenido, junto con un fortalecimiento considerable del balance general del gobierno pudiera con el tiempo dar lugar a un alza de la calificación”, apuntó.
Tras los anuncios, el dólar alcanzó un máximo de 19.8411 pesos en operaciones electrónicas, lo que significó una depreciación de 1.66% para la moneda nacional respecto al cierre oficial de este miércoles, de acuerdo con datos de Bloomberg y Banco de México.